viernes, 1 de mayo de 2015

EL ZAFU NUEVO




La sesión de hoy de meditación, como casi todas que hemos comentado de experiencia propia, surgió del balanceo.
Estamos probando un nuevo almohadón (zafu) apropiado por su diseño para hacer zazen. Esto es dejando la columna sin apoyo, bien recta, apoyando isquiones y apenas rodillas y empeines ligeramente en el suelo o en una alfombra. El zafu anterior era tan blando que nos hundíamos a la altura del suelo, desvirtuando su diseño.
Desde su altura de 20 cm, el nuevo zafu prometía dureza suficiente para sostener nuestro peso sin aplastarse.
Cuando nos sentamos, casi nos caemos para un costado. Si bien es firme de consistencia, es a la vez de lo más elástico, podría decirse, con lo que al acomodarse se produce un movimiento de balanceo, como una hamaca, que nos obliga a ser cautos a la hora de sentarnos y adoptar la postura cómoda y relajada. 
Cuando por fin dejó de moverse, como un toro de esos mecánicos 
de feria, surgió que como la vida que atravesamos, inquieta, impredecible, en movimiento continuo, tendríamos que estar atentos a cada instante, para no perder el equilibrio. Basta un impulso leve y acabamos desparramados por el suelo. Cuando creemos por fin que hemos logrado el equilibrio, como el zafu, la vida se tuerce y allá vamos, otra vez tratando de restablecer la quietud y la estabilidad que por cierto, no duran.