sábado, 30 de mayo de 2015

EL HUEVO ROTO






Mircea Elíades ha resumido otro concepto del Tiempo a la luz de la Filosofía Budista. Para el filósofo budista, la existencia y la no-existencia no son diferentes apariencias de una cosa, sino la cosa en sí misma.

Para Cantaraksita, "la naturaleza es en todo instante su propia instanteneidad, hecha de un número considerable de éxtasis y destrucciones". Tal vez aclare la lección del "vaso roto", es en todo caso una manifestación más y posible del fenómeno llamado "Vaso". Como todo, en sí mismo, el vaso aunque esté entero, lleva en sí la propia aniquilación. Esto es constante para toda existencia y se halla ligada al tiempo.
Antes de la creación del mundo no había tiempo. Brahama, según la creencia hindú, acumula todas las polaridades, acumula el Tiempo y el sin-Tiempo. Nadie podría objetar esto ya que nadie ha participado de la experiencia de ser antes del tiempo. Fascinante concepto que tiene en común con las otras divinidades creadas de cualquier otra tradición espiritual.
Para la Filosofía Budista, el que se libera del Tiempo, el iluminado, el "liberado para la vida", ya no participa de la duración. Para él, el tiempo no corre, es como "el Sol quieto", imagen de trascendencia donde el astro ya no sale ni se pone, sino que permanece quieto en el cenit, en "el centro del mundo". "Para el que sabe, el sol (Tiempo), permanece inmóvil". 
Esta "salida del Tiempo" producida en la iluminación, ha sido considerada por diferentes culturas, se ha comparado con "el Rayo", en textos védicos y upanisádicos, griegos y cristianos.
Este éxtasis, es el lugar de ruptura de los niveles, es el eterno presente intemporal.
La "Ruptura del Huevo", es una descripción simbólica del paso del iluminado que se sale de su tiempo profano (rompe la cáscara del huevo), para entrar en el Tiempo Cósmico. Es el romperse del samsara, la rueda de las existencias, trascender el espacio cíclico y cósmico.
Aquel cuyo pensamiento es estable y para el cual no corre el tiempo, vive en un eterno presente. Como el rayo, la comprensión de la realidad es repentina y abrupta.
Toda vez que hemos intentado describir nuestra experiencia en ese sentido hemos fallado. Parece que lo atemporal conspira con el lenguaje. Si falta esta referencia a través de la que hemos construido nuestra lengua, nos sentimos incapaces de una descripción coherente.  
Aquí empiezan las torpes comparaciones: "es como" y a través de ellas tratamos de acercar la experiencia al oyente. Hilosdepiedra.
Por eso las metáforas del huevo roto, la inmovilidad del sol, los siete pasos del Buda etc.
En el sol quieto y todo otro simbolismo, la conciencia cesó de fluir y se halló en un estado "paradojal".
En las diferentes culturas, el paso de la duración profana del tiempo al Tiempo sacro, será iniciado por un ritual de "obtención de ruptura de niveles": el Tiempo Litúrgico logrado, no es una continuación del tiempo profano, sino que constituye "paradójicamente" el Tiempo del último ritual realizado.
Es como penetrar en otro mundo, este simbolismo de trascendencia es paradójico, inconcebible en un plano profano. Es el "filo de la navaja" del Katha Upanishad, el puente angosto, o cualquier otra imagen que simbolice este tránsito.