domingo, 10 de mayo de 2015

EL ARTE DE OLVIDARSE DE SI MISMO



EL ARTE DE OLVIDARSE DE SI MISMO. Con esta frase de Alan Watts, nos interesa acercarnos a esta posibilidad. La de aproximarse a la realidad sin tenernos como absolutos protagonistas, en el centro del escenario penoso, que surge luego que nos identificamos con un concepto de "Yo" estrecho, sin espacio para otra instancia.
Esta inscripción nuestra se origina por nacimiento en culturas donde hay una marcada inclinación hacia la subordinación a un ser superior. Es muy difícil, si no imposible, "desprogramarnos" y empezar a considerar un par divino, si prefieren, una aproximación desde la igualdad hacia lo divino. La idea es terminar con nuestros conceptos de dioses monárquicos. A partir de allí podemos abrirnos paso hacia ver al universo como un organismo, demoliendo la presunta obra salida de manos invisibles de creadores más invisibles, insensibles y que cargan todos los atributos buenos malos y regulares, con que los hemos adornado desde antiguo.
Un organismo del que formamos parte tan importante y fundamental como es el caballo que tira del carro, sufriendo tal destino, la mosca que lleva parada en el lomo, e incluso el que le azota, mal que nos pese. 
Vendríamos a ser parte o manifestación, todos, el caballo, la mosca y el que azota de un mismo estado de conciencia, mirado desde distintas perspectivas.
Justamente por carecer de esta aceptación que somos parte de la divinidad, es que nuestra lengua carece de definición a la hora de experimentar esa unidad con lo divino. Los japoneses le llaman SATORI O KENSHO.  Los hindúes SAMADHI O MOKSHA.
El científico que tampoco posee estas características, por ejemplo, se experimenta a sí mismo como un ego o centro de la conciencia y voluntad, independiente de su entorno y encerrado "en un estuche de piel y huesos". "Un ego que se enfrenta al mundo exterior como algo EXTRAÑO A EL". (Watts).
Para la visión hindú, "no venimos al mundo", "surgimos de él", "como los frutos de un árbol". 
El árbol es el universo, así que el fruto mal podría mirar al árbol con cara de extraño, o con arrogancia y menos con intento de postrarse ante él y adorarle, por la dudas (Hilosdepiedra).
Respondemos a un mundo ideado por Newton: "un hombre microorganismo que anda por la superficie de una masa rocosa, la cual gira alrededor de una estrella en los confines de una galaxia menor".
Hubiéramos comprendido a Bohr, Oppenheimer, Schrodinger.
El mundo "newtoniano" "establece una relación con la naturaleza de conquista, dominio y no de cooperación inteligente".