Según la reseña que hace Ambrosetti de la figura y empleo del sapo entre los paisanos, este animal ha sido protagonista de varias "recetas magistrales" y ha sido objeto de todo tipo de usos con fines terapéuticos.
No solo al hombre es destinado sino también utilizado para aliviar padecimientos en los animales.
En Entre Ríos, se utilizaba el cuero de un sapo para aliviar las cefaleas, atado como vincha alrededor de la cabeza. La parte interna del cuero del lomo, debía tocar la piel del afectado.
Si de dolor de muelas se trataba, algunos tomaban al animal, le apretaban las mandíbulas hasta que abría su boca, escupiendo dentro.
Otro método, era utilizar el fémur de un sapo muerto (hallado en dicha condición), y emplearlo como escarbadientes.
Un empleo alternativo de dicho hueso ha sido como preservativo.
Otra es sacrificar dicho animal por lo que no daremos detalles, para impedir crueldad gratuita.
La creencia de la rivalidad entre el sapo y las serpientes, hace que se utilice un sapo vivo, con determinada lesión que se emplea para colocarlo sobre la herida producida por la mordedura de una serpiente.
La creencia de esto, se refiere a que cuando un sapo descubre una serpiente dormida, hace un círculo de baba a su alrededor. Luego se pone a cantar para despertarla. Cuando ésta así lo hace, se pone rabiosa ya que no puede atravesar el misterioso cerco y se mata a golpes contra el suelo.
La culebrilla (Herpes Zoster), común en las gentes del campo, en pecho, cintura, vientre, hombros etc. se cree producida por el paso inadvertido de alguna culebra (no contrariamos el texto). Paulatinamente, va adquiriendo la forma del animal que causó la lesión y si la cabeza se juntara con la cola, sería fatal.
Esto lo evitan tomando un sapo vivo, frotando su barriga sobre la zona afectada, contrariando la orientación de las lesiones. Aseguran que el animal, comienza a hincharse, grita y muere por absorber el veneno con su panza.
Para la diarrea, en la región utilizan la cáscara de huevo pulverizado de sapo disueltas y previamente secadas.
El investigador, supone que estas creencias no son originales de los pueblos primitivos habitantes, ya que en España también existían muchas de estas creencias.
Comenta que un paisano de Pontevedra (Galicia) le dijo que las verrugas eran frotadas con la barriga de un sapo, luego ensartaban en un palo al animal hasta que se secaba y allí desaparecían las verrugas.
En veterinaria, la renguera del caballo se trataba atándole un sapo sobre la pata enferma, abierto, sin dejarlo más de un día, dado su poderosa acción.
Para la gusanera de las heridas, también ha sido utilizado.
Para que llueva en San Luis, cuelgan un sapo de una pata. En Entre Ríos lo estaquean panza arriba y otros procedimientos complementarios y brutales.