lunes, 8 de septiembre de 2014

EL MONO ATADO



Thich Nhat Hanh, menciona el sutra en donde se compara la mente con un mono saltando de rama en rama.
Por si se mueve de pronto, hay que seguirle. Hay que observar sus movimientos. En lo posible, llegar a ser una sola cosa con él, una unidad.
La mente debe ser "su propia sombra". La mente que intenta escapar y la que le sigue donde vaya.
Esta práctica de observar la mente de forma constante, se llama "atar al mono". 
Obviamente que es una metáfora, pero que, como toda metáfora, cumple el cometido de esclarecer el mensaje, hacerlo accesible.
El mono se esfuma cuando la mente se observa a sí misma. No hay una mente que huye y otra que ata.
Recomienda Thich Nhat Hanh, sentarse sin esperar nada, solo permanecer atentos. Solo observar, una vez más, nuestro mono. Nada extraordinario deberá suceder, aclara. Mucho menos esperar algo de ese mono que de pronto al ser observado se va aquietando.
Allí expresa, "la mente comienza a morar en la mente". El que toma la taza de té "quien la toma y el té que está tomando", durante esta experiencia unificadora se transforman en lo mismo. Desaparece la distancia entre objeto y sujeto.
Al observarla, la mente obnubilada desaparece. Al ser consciente de ella y su contenido, se convierte en la verdadera mente. Sin fragmentación, sin división.
El Yo ha sido separado por el lenguaje y los conceptos, sostiene.