Los habitantes de los Valles Calchaquíes, escribe Ambrosetti, tienen por costumbre coquear, mascar hojas de coca.
El acullico, es la cantidad de hojas que se colocan en la boca, con esa finalidad. La "yapean", con otras hojas cada tanto.
Los "coqueros", cuando ya tienen la costumbre, necesitan la llicta.
La llicta es un conjunto de cenizas de ciertas plantas con potasa, mezcladas con el puré de papas hervidas y secado. Toma un color gris o negro y la consistencia de la piedra.
Esta "piedra" es mordida de vez en cuando por el coquero y al ser cáustica, aumenta la salivación. Las sales desprendidas en esta operación, ricas en sosa y potasa (así lo escribe), se asimilan, y como tienen un sabor "sui generis", ningún coquero puede prescindir de ella.
La acción de la llicta, es cáustica, esto produce atrofia de las papilas gustativas, con el uso prolongado de la misma, de modo que el coquero se hace, casi sin darse cuenta aficionado a excitantes poderosos, como el alcohol, el ají, el tabaco fuerte y otros.
Esto tal vez nos explica porqué son tan enriquecidas con especias de las fuertes, las comidas típicas de la zona. Además es a través de estas sustancias, que el coquero le encuentra sabor a la comida y , al mismo tiempo, contrarresta un efecto depresor de la coca.
Pierden el apetito por lo que van desnutriéndose y sus emociones, al decir del autor van "atrofiándose", de tal manera que le impresiona la falta de expresión de sus rostros, los cuales solo se alteran cuando están bajo los efectos del alcohol. Toda su felicidad, sostiene, se reduce a mascar, y el fatalismo indiferente se apodera de ellos. Por ello, no es raro que se sometan a duros y extenuantes trabajos, sin hábitos de economía o ansias de progreso. Los juzga como "sonámbulos", que van por los cerros con su acullico, entregado a sus quehaceres y prácticas supersticiosas.
Postula que cuando descienden al poblado y ven la diferencia de calidad de vida, algo así como un chispazo, parece encenderse en sus cerebros pero terminan haciéndolo desaparecer con todo el alcohol que pueda tomar.
La costumbre de coquear, es de origen peruano. En épocas pre colombinas, los hechiceros adivinaban la suerte haciendo saltar el zumo de la coca hacia donde se hallaba perdido, estos personajes se llamaban Achicchcamac (Lafone Quevedo, "El culto de Tonapa")....
Raro placer que describen en esta relación: ..."con la muela mascarte, con la lengua arrinconarte, con el aguardiente sazonarte, con el vino consagrarte, con la chicha refrescarte...."