viernes, 28 de septiembre de 2018

EL ZEN ESCONDIDO


DANZA BUTOH CON AGUA NARANJA

Una vez encontrado ese indefinible estado de la mente zen, estará presente mientras haya consciencia. Puede estar presente, en plena discusión, a pesar de la ira, en medio del festejo más intenso, o en el tranquilo diálogo con un amigo.
Presente, ese silencio de fondo, que no tiene ningún atributo que pueda ser limitado por el lenguaje.
No es posible, aún para los Maestros Zen, prescindir de ciertos conceptos. Esto nos incomoda, pero también aceptamos que la inercia mental puede ser un peligro que aceche. Es tal el repudio por la polaridad que uno se abstiene de toda opinión, por temor a caer en el común. Cómo será resbaladizo el zen, que seguramente éste comportamiento puede desembocar en apego. 
Por eso, la marcha del Zen es el caminar por la cuerda. Es estar atento a los pensamientos que inducen a la acción. Es saber que cada vez que miramos algo, consecuentemente, pensamos algo de lo que miramos. 
Si estamos haciendo algo, ser conscientes cada vez que nuestros pensamientos escapan y nos trasladan a otra parte.
Volvamos a tirar de ellos hasta situarlos en ese momento.
No olvidemos que nuestra paz interna, es fruto de trabajo. Habrá quienes dicen que lo que es esfuerzo es violencia y no sirve.
En nuestra experiencia, hay momentos vitales de intensa borrasca interna que sin trabajo, sin esfuerzo, sin intento, no será posible reasumir el estar presente. 
Hay momentos que nada puede hacerse, abandonarse, es permitirse, no es decaer. 
Todo fluctúa, cambia y hasta la sensación de no cambio, es distinta el día por día. 
Nadie puede enseñarnos cómo obrar con certeza. A lo sumo puede aproximarse, la experiencia personal es absolutamente intransferible. Por eso será apreciado que respetemos las manifestaciones ajenas ante situaciones difíciles. Cada uno atraviesa como mejor puede. O simplemente como puede. 
Evitaremos enjuiciar abiertamente. ¿Quién sabe qué podríamos sentir, hacer o decir en situación similar?.
Lo más sencillo es hablar del accionar ajeno.
Ponerse en los zapatos del otro es un sabio comienzo. Hilosdepiedra.