miércoles, 15 de julio de 2015

LA LAGUNA: Un relato Andino



En este viaje que hicimos a Salta, aprovechamos para conocer Iruya, un pueblo al que nunca habíamos ido y que desde el año pasado queríamos visitar, así que pudimos hacerlo e incluso encontramos alojamiento en un Hostal, con suerte, porque el lugar en los mejores sitios ya estaba ocupado. Queríamos pernoctar allí porque nos habían dicho que el cielo nocturno es muy hermoso.
Debo decir que Iruya está situado a más de 3000 m de altura, que para llegar es necesario cruzar la Cuesta de Lipán (bella y zigzagueante) a más de 4000 m. De modo que para bajar de la camioneta a sacar fotos había que moverse despacio para no ser presa del "soroche" o apunamiento. Este año nos fue mejor, con este tema,  ya que el año pasado algo de cefalea tuvimos en San Antonio de los Cobres.
Hacemos esta introducción porque la consideramos necesaria en parte para explicar algo que nos sucedió.
Bajando de Iruya, llegó la hora del almuerzo y el guía nos dio a elegir entre Purmamarca o Tilcara. En realidad, elegimos Purma pero nos dijo que era mejor Tilcara (disiento) y accedimos ya que el baqueano era él. No sabemos para qué nos dio a elegir, pero debe formar parte de su estilo de llevar los viajes.
Nos mostró la Hostería del Automóvil Club de Tilcara que además de ser una joyita tiene un muy lindo restaurante. No nos conformaron los precios, así decidimos comer en otro lugar bajando por un sendero rumbo a Tilcara. 
Allí se terminaron los recuerdos de los dos. 
Un par de días después, almorzando en Salta capital, intentamos recordar donde habíamos almorzado en Tilcara y nos fue imposible. Estuvimos desandando el itinerario una y otra vez y curiosamente el recuerdo del almuerzo se había esfumado. Se detenía justo en la Hostería del ACA. Luego podíamos retomar la memoria de la llegada a Salta más tarde y sin problemas. 
Esta laguna mental, duró un par de días. Ese lapso de dos horas había dejado de existir en nuestras dos memorias. Ni lo que habíamos almorzado, ni el lugar, nada. Una sensación muy desagradable que hizo que mirara la amnesia de las películas con más seriedad. Incluso hicimos bromas acerca de esta experiencia en relación a una película de los amigos que van a Las Vegas como despedida de soltero de uno de ellos y son drogados, despertándose dos días después y cuando ven las fotos de las tropelías que habían hecho en esas 48 hs de amnesia no podían creerlo. Me imaginé que habíamos sido "abducidos" por una nave espacial y que luego nos veríamos abrazados a un marciano verdoso y cariñoso. Pero la sensación de alarma persistía. ¿Qué nos había sucedido en ese tiempo perdido?.
Alejo me comenta: "En algún lado vos comiste fideos". Repito: "Fideos, fideos" y empecé a imaginar el plato de tallarines. Antes ya había dicho lo mismo y no trajo ningún eco en mi mente. En esta ocasión, al visualizar el plato con los fideos como un dibujo, también vi el acto de tomar una punta de uno de ellos que colgaba por fuera y empecé a tirar, mientras decía: "Estoy desenrollando el fideo para acordarme dónde almorza..." "¡¡¡¡Lo tengo, Ya está!!!!.
"¡Fue sobre la ruta!". Antes habíamos mencionado  la ruta pero sin resultado, blanco total. Como una catarata, ahora surgió el episodio completo. Se desplegó como una secuencia perfecta. Entramos en el restaurante, adelante hacía mucho frío que entraba por la puerta abierta. El guía, conocedor del lugar, me hace señas que vaya hacia el fondo. Me acerco y la veo: ¡La chimenea!. Así que nos instalamos enfrente de ella a dos metros o un poco más y almorzamos allí, pegados al fuego, podríamos decir.
Así que, comiendo fideos, interpreto que nos intoxicamos con monóxido de carbono, que sería la causa de la amnesia. Mejor explicación no tengo. La pérdida de memoria simultánea es lo que me hace arribar a esta conclusión. Similar a una intoxicación alimentaria, ambos compartimos el humo imperceptible, además del almuerzo.
Recordé también, que de chica, viviendo en Chacras de Coria, en Mendoza, teníamos una chimenea y mi abuela parada cerca del fuego durante un rato, cayó redonda. Otro día mi mamá se desmayó al levantarse por la mañana, y la chimenea había quedado con rescoldos.
Alejo no está de acuerdo con mi idea. Otra mejor, por ahora, no tengo. Hilosdepiedra.