sábado, 29 de marzo de 2014

¿EL PODER DEL AMOR O EL AMOR AL PODER?


La danza de la envidia, la ira y el engaño. Donde hay amor no existe el deseo de poder y donde predomina el poder, el amor brilla por su ausencia. UNO ES LA SOMBRA DEL OTRO. C.G. JUNG
Nuestra personalidad oscura suele resultar evidente a los demás pero permanece oculta ante nuestros propios ojos. Mucho mayor es nuestra ignorancia de los aspectos masculinos y femeninos que residen en nuestro interior....Por este motivo, Jung denominaba "obra de principiante" a la integración, al hecho de llegar a ser uno y "obra maestra" a la tarea de integración completa. John A. Sanford.
El odio tiene mucho en común con el amor, especialmente con los aspectos trascendentes del amor, la fijación en los demás, la dependencia, la renuncia a una parte de nuestra propia identidad...
Quien odia ambiciona el objeto de su odio. Vaclav Havel.
Los vínculos que mantenemos con nuestros hermanos del mismo sexo y con nuestros amigos íntimos son tan misteriosos como los lazos que nos unen a nuestros amantes. 
En la mayoría de las familias, la personalidad de las hermanas sigue caminos tan opuestos como los polos de un imán.
Las mujeres podemos vernos reflejadas en el espejo que nos brindan nuestras hermanas. Los hombres del mismo modo con sus hermanos, descubrir la profunda similitud que nos une y la extraordinaria diferencia que nos separa.
Hermanos que parecen tan diametralmente opuestos, como Caín y Abel, Otelo y Yago, Jesús y Judas etc. se hallan estrechamente relacionados en lo más profundo. En cada uno de ellos el ego y la sombra danzan de tal modo que cuando uno avanza, el otro retrocede.
Cuando un ser humano acepta a los demás y es capaz de valorar e integrar un rasgo ajeno que le resulta poco familiar (la agresividad, el sosiego, y la sensualidad por ejemplo), está expandiendo su propio Yo.
Tendemos a enamorarnos y a formar pareja con personas que son completamente diferentes a nosotros. Es como si nos sintiéramos atraídos hacia ellos porque poseen algo de lo que nosotros carecemos, como si ellos hubieran actualizado cualidades que permanecen latentes en nosotros.
Solo podemos ver en los demás aquello que hemos visto en nosotros mismos.