Los mineros sudafricanos, cuenta una historia, no sabían leer en su mayoría. Se observó que en los rieles del ferrocarril adyacente a las excavaciones, se juntaba gran cantidad de material de extracción, caído, transformándose en un obstáculo para la marcha de los vagones.
De este modo, se encargó a publicistas, la confección de afiches, con dibujos que indicaban que los mineros debían cargar en carretillas las rocas caídas y retirarlas para despejar los rieles.
Con sorpresa, se constató que cada vez se juntaban más rocas y se empezaban a amontonar en el lugar, obstruyendo el recorrido.
No tenían idea cómo era que a partir de los afiches, parecía suceder todo lo contrario de lo que se deseaba evitar.
En este punto no se sabe a ciencia cierta, cómo alguien cayó en la cuenta que los mineros "leían" el cartel de derecha a izquierda. De esta manera, obedientemente, se habían dedicado a amontonar material rocoso en cantidades crecientes y justamente en los rieles.
La situación que describimos y otras similares, hizo reflexionar a los estudiosos de los medios, de la publicidad y el diseño de comunicación etc. acerca de que no alcanza con las buenas intenciones y que no importa cuan claras se crean, las instrucciones. Así que se han puesto con ahínco a estudiar y conocer al destinatario y su cultura antes de enfocarse en el mensaje en sí. Ese destinatario, la mayoría de las veces constituye una masa amorfa de límites poco netos, del que se sabe bien poco. Que no basta "ponerse en el lugar" del comprador, que no alcanza con el común "estudio de mercado" en el que se regodean las empresas de publicidad, las tan mentadas encuestas y demás actividades relacionadas con el hecho de "acercarse" al cliente, al usuario, al empleado o a quien sea para asumir que saben cómo funciona su mente, sus intenciones, por donde pasan sus sueños y ambiciones, sus temores y su nivel de comprensión, gracias a la información que se obtiene de la investigación de los niveles educativos, niveles de ingresos y demás parámetros que se tienen en cuenta a la hora de rendir un informe.
Aunque no cuestionamos el éxito de determinadas campañas publicitarias. Eso sería una necedad.
Sin embargo, tenemos algunas áreas "grises" que nos gustaría comentar superficialmente:
Por experiencia, todos sabemos lo que pasa con el "Manual del Usuario" en el que hay incluso varios apéndices, según el nivel del mismo, ya se trate de un "avanzado" (se nos ocurre, ese cenáculo de iniciados en la operaciones del equipo o instrumento que se trate) o de un "Usuario básico". Por lo general en ambos niveles, quedamos excluidos, las frases son confusas, a veces con fragmentos del idioma original, en otras situaciones, los dibujos parecen pensados para leerse de derecha a izquierda, como el caso de los mineros.
Si de "señalética" se trata, las flechas hacia arriba tendremos que saber que son hacia adelante, que las bifurcaciones tal vez, no figuren. Ni hablar de desembalar un equipo que hay que desarmarlo parcialmente a veces, para poder descubrir los fragmentos de poliestireno expandido (telgopor) colocado ex-profeso por "profesionales embaladores", siguiendo, cual mapa del tesoro, el texto del manual, ni de cables de múltiples terminales, ni carteles en las espaldas de los equipos con el número de serie "camuflado" entre otros agrupamientos alfanuméricos que nos exigen las compañías aseguradoras.
Los prospectos de medicamentos que según su forma de presentación pueden ser gotas a secas (y el usuario básico desconoce si son gotas bebibles o de uso oftálmico), esto vale para los derivados opiáceos indicados como analgésicos en cirugías oculares y que casualmente vienen expresados como gotas a secas y en realidad son para beber.
Los ejemplos son millares y exceden nuestro propósito... las señales en las rutas, en aeropuertos y terminales, en centros comerciales y en reparticiones públicas, en centros de atención de salud y recreativos...... Hemos aprendido a desconfiar de los colores, el azul a la derecha y el amarillo arriba a la izquierda, y el "coral" en el subsuelo adyacente al "sector naranja". No creemos ser daltónicos pero ambos colores nos crean serias dificultades a la hora de establecer las diferencias....
En un mundo poblado de señales, nunca nos hemos sentido tan desorientados....Hilosdepiedra.
La situación que describimos y otras similares, hizo reflexionar a los estudiosos de los medios, de la publicidad y el diseño de comunicación etc. acerca de que no alcanza con las buenas intenciones y que no importa cuan claras se crean, las instrucciones. Así que se han puesto con ahínco a estudiar y conocer al destinatario y su cultura antes de enfocarse en el mensaje en sí. Ese destinatario, la mayoría de las veces constituye una masa amorfa de límites poco netos, del que se sabe bien poco. Que no basta "ponerse en el lugar" del comprador, que no alcanza con el común "estudio de mercado" en el que se regodean las empresas de publicidad, las tan mentadas encuestas y demás actividades relacionadas con el hecho de "acercarse" al cliente, al usuario, al empleado o a quien sea para asumir que saben cómo funciona su mente, sus intenciones, por donde pasan sus sueños y ambiciones, sus temores y su nivel de comprensión, gracias a la información que se obtiene de la investigación de los niveles educativos, niveles de ingresos y demás parámetros que se tienen en cuenta a la hora de rendir un informe.
Aunque no cuestionamos el éxito de determinadas campañas publicitarias. Eso sería una necedad.
Sin embargo, tenemos algunas áreas "grises" que nos gustaría comentar superficialmente:
Por experiencia, todos sabemos lo que pasa con el "Manual del Usuario" en el que hay incluso varios apéndices, según el nivel del mismo, ya se trate de un "avanzado" (se nos ocurre, ese cenáculo de iniciados en la operaciones del equipo o instrumento que se trate) o de un "Usuario básico". Por lo general en ambos niveles, quedamos excluidos, las frases son confusas, a veces con fragmentos del idioma original, en otras situaciones, los dibujos parecen pensados para leerse de derecha a izquierda, como el caso de los mineros.
Si de "señalética" se trata, las flechas hacia arriba tendremos que saber que son hacia adelante, que las bifurcaciones tal vez, no figuren. Ni hablar de desembalar un equipo que hay que desarmarlo parcialmente a veces, para poder descubrir los fragmentos de poliestireno expandido (telgopor) colocado ex-profeso por "profesionales embaladores", siguiendo, cual mapa del tesoro, el texto del manual, ni de cables de múltiples terminales, ni carteles en las espaldas de los equipos con el número de serie "camuflado" entre otros agrupamientos alfanuméricos que nos exigen las compañías aseguradoras.
Los prospectos de medicamentos que según su forma de presentación pueden ser gotas a secas (y el usuario básico desconoce si son gotas bebibles o de uso oftálmico), esto vale para los derivados opiáceos indicados como analgésicos en cirugías oculares y que casualmente vienen expresados como gotas a secas y en realidad son para beber.
Los ejemplos son millares y exceden nuestro propósito... las señales en las rutas, en aeropuertos y terminales, en centros comerciales y en reparticiones públicas, en centros de atención de salud y recreativos...... Hemos aprendido a desconfiar de los colores, el azul a la derecha y el amarillo arriba a la izquierda, y el "coral" en el subsuelo adyacente al "sector naranja". No creemos ser daltónicos pero ambos colores nos crean serias dificultades a la hora de establecer las diferencias....
En un mundo poblado de señales, nunca nos hemos sentido tan desorientados....Hilosdepiedra.