¿Quién está sufriendo? ¿Quién tiene miedo?¿Quién es el que no quiere que pase lo que está pasando ?... Esta y otra muchas preguntas, según el Dr. Jon Kabat-Zin, (de quien hiciéramos varios comentarios), permiten a nuestra conciencia abrirse a una dimensión diferente. Lo real, no desaparece pero estas preguntas nos permitirían ingresar a un espacio más abierto, por así decirlo, de la realidad que nos toca. Según el organizador y fundador de la Clínica de Reducción del Stress del Centro Médico de la Universidad de Massachussets, la ampliación de la conciencia antes mencionada, arrojaría una nueva luz sobre una situación particularmente difícil. Nuestro modo habitual de hacer que las cosas sean diferentes, nuestros esfuerzos para torcerlas, no harían más que obstaculizar el cambio y el crecimiento natural. Interpretamos que sería como una "cristalización" y una imposibilidad de crear, de ver, o de percibir alguna situación nueva que pueda aliviar nuestro sufrimiento. Perderíamos, al hacer así, la oportunidad de hacer del mundo en un momento dado un lugar menos estrecho, si no nos damos la chance de experimentar libertad o al menos una actitud más sabia y "curativa". Debemos decir, otra vez, que en su centro, el Dr. Kabat-Zin y su grupo, atienden muchas personas al año aquejadas de todo tipo de padecimientos, comunes a nuestra especie. La enfermedad adopta mil formas para cercarnos y limitarnos. Como complemento de las terapias tradicionales, los pacientes experimentan con técnicas de respiración (fundamental), meditación y relajación. No podemos cambiar nuestra realidad, lo que si podemos intentar, es observar el cambio en nuestro modo de percibirla.
El Maestro Tich Naht Hanh, de quien también hemos hecho mención acerca de la técnica de respiración y atención plena que enseña en sus libros, también nos recomienda aferrarnos a la conciencia de la respiración como manera de "estar presentes" a cada momento. Expone que nuestra manera natural de hacer las cosas es hacerlas pensando en algo más. Estar en otro lado. Esto solo nos arrebata el presente, insiste. Para nuestra mentalidad occidental, nada hay mejor que huir hacia adelante o hacia atrás refugiándonos en algo placentero que ya no está. Nos parece duro eso de asistir permanentemente a los movimientos de nuestra mente y sus movimientos, sobretodo en los momentos terribles o las crisis personales de toda índole.
Hemos probado últimamente practicar un ejercicio planteado por el Maestro Hanh. Se llama "la meditación del cadáver". Obviamente que no la hacemos como los monjes en algunos lugares de Oriente en los cementerios y con el cadáver delante, día tras día.
Se trata de hacerlo en posición acostada, relajando lo más posible cada segmento corporal, respirando según nos enseña, sin forzar, podemos contar los ritmos o no, luego visualizar los cambios paulatinos de ese cuerpo nuestro, imaginando que ya estamos muertos. Así irán surgiendo los cambios inexorables, sobre los que meditaremos sin juzgarlos, hasta llegar a ser un puñado de huesos sin ligamentos, apoyados sobre la tierra, a los que las aves carroñeras han despojado día a día de la sustancia que una vez los recubriera y que constituyó nuestro cuerpo.
El cambio que puede suceder en nuestro interior, sea, tal vez un aumento del desapego, un enfoque diferente en nuestros rezongos habituales por nimiedades, en fin que cada uno hará su propia experiencia....