domingo, 18 de mayo de 2014

LA ARAÑA COSMICA.


Diferentes historias han llamado nuestra atención estos días. Sabíamos de los yoguis que "encantan" las cuerdas para trepar por ellas. Pero parece haber una gran cantidad de historias similares que ignorábamos en muchas culturas y no solo en la India. Esta, al decir de Eliade, era considerado el país de la magia en tiempos de Alejandro. Sin embargo, en China también abundan las historias de magos que tras arrojar una cuerda a los cielos, trepan por ella y se hacen invisibles de tan alto que suben.
Para redoblar la apuesta, cita a un notable místico Al Hallaj, quien viajó a la india con el solo fin de encontrarse con una mujer. Fueron juntos hasta la orilla del mar. Allí, ella arrojó una cuerda con nudos hacia arriba, trepó utilizando los nudos a modo de peldaños y desapareció luego de pronunciar unas palabras. Dijo el místico: "Por ella he venido a la India".
Otras interesantes variantes de la cuerda, son las de enviar a un ayudante o aprendiz de mago a trepar por ella, luego subir a tronchar su cuerpo detrás de él y bajar con las ropas ensangrentadas o lo más creativo, el mismo ayudante comienza a arrojar hacia el suelo trozos de su propio cuerpo.
Invariablemente, los fragmentos son ensamblados y el ayudante vuelto a la vida.
Más de un mago actual, sentiría envidia de estos portentos.
Ahondando en el significado oculto, mitológico, de la cuerda en las diferentes culturas, estaría el simbolismo de la "atadura" del hombre a los dioses, sus creadores y eventuales titiriteros. La "sensación"  es la de  estar atado en cierta forma a un destino, sujeto por un hilo mágico, una cuerda, que a veces se cortará cuando el hombre muera, otras, solo cambiará de "envoltorio" para continuar, entretejiendo la trama de su historia personal.
En la mitología hindú hay una superposición de "tramas" que constituyen los mundos. Siempre hay un "TEJEDOR PRIMORDIAL", una "ARAÑA COSMICA". Los dioses, siempre son tejedores. Por eso, si el hilo o la cuerda no se corta y continúa estableciéndose su trama a través del tiempo, el hombre irá "encadenándose" a sus decisiones, las presentes y las pasadas, acumulando KARMA. 
También es interesante considerar la ambivalencia de estas ataduras, por un lado el hombre seguro, pende del hilo, sujeto a la divinidad, por otro, no puede evitar sentirse prisionero. Decida lo que decida, tiene la sensación que su libertad es "relativa", como si la trama de los mundos lo hubiera condicionado a elegir, de determinada forma y que además de su tan cacareada libertad, tuviera ese otro costado de "sumisión programada", invisible, inexorable. La finalidad sería, que la trama continúe, sostenida por él, artífice y víctima al mismo tiempo. 
Como dice el autor, VIVIR EQUIVALE A SER TEJIDO.