La consideración que hace en 1957, Mircea Eliade sobre los tipos de experiencias subjetivas con la luz serían:
"Hay la luz que aniquila al mundo circundante y el sujeto que la experimenta queda cegado: Pablo en el camino a Damasco".
"Luz que transfigura al mundo sin abolirlo, que ilumina la profundidad de la materia dejando subsistir la forma. Revela el mundo tal cual es, en su proyección primaria. Para la tradición judeo-cristiana: tal y como era antes de la caída de Adán. Así son la mayoría de las experiencias místicas cristianas y no cristianas".
Cercana a la iluminación del chamán esquimal (qaumanek), que le hace capaz de percibir largas distancias. Una especie de "visión extrarretiniana" con acrecentamiento vertiginoso de la comprensión".
Todo esto acompañado de sensaciones de paz profunda o de inmortalidad.
Hay diferentes tipos de iluminación: las hay de tipo "personal" y la que "revela sacralidad impersonal: la del mundo, la vida, el hombre, la realidad, la cósmica cuando se la contempla como obra divina".
Siempre las experiencias mencionadas evolucionan en experiencias religiosas.
Hay un denominador común: "hace salir al hombre del universo profano o situación histórica proyectándole hacia un universo diferente, trascendente y sagrado".
"La estructura de este mundo varía de una cultura a otra, de una religión a otra".
"En todas, el universo descubierto por medio del encuentro con la luz, se opone al universo profano o lo trasciende". Es accesible sólo para aquellos en los que el concepto de "espíritu" existe.
En todos se abre el mundo espiritual.
Tal vez lo que sigue sea lo más valioso del pensamiento del historiador:
"La conceptualización de la experiencia siempre está limitada por el lenguaje y por consiguiente por la cultura y la historia".
"Sin embargo, la conciencia de la experiencia no llega a ser plena hasta no integrarse un una IDEOLOGIA PRE-EXISTENTE".
"PARADOJICAMENTE: el significado de la luz es un descubrimiento personal, por consiguiente cada uno descubre lo que cultural y espiritualmente estaba preparado para descubrir".
A los agnósticos, a los que confesamos nuestro escepticismo, a los expectantes, a los que siguen atentamente los dictados de la ciencia, a los acechantes de los descubrimientos de su época, a la gran masa que sólo se limita a ver, a ser testigo de lo que pasa sin adherir con demasiado fervor, sin anotarse en las "grandes ligas", sin comulgar con ninguna, que llevan su experiencia diaria de vivir éste, su mundo cotidiano, que perciben la realidad, "su" realidad muy semejante a la realidad ajena, a los que observan que sus tribulaciones son las del otro o muy parecidas, a los que afrontan cada instancia de sufrimiento como mejor pueden, sin elevar los ojos ni dirigirlos hacia ninguna parte como no sea su propio interior, en el mejor de los casos, a todos esos, y más, al parecer, sólo nos aguarda el conocido abrazo de las tinieblas. Coraje. Hilosdepiedra.