miércoles, 16 de abril de 2014

¿ QUIEN NO HA VISTO A ELLA-LARAÑA?


Nos ponemos en contacto nuevamente con Horacio Convertini, el autor de" La Tigra", esta vez, a través de "La Película", otro de sus cuentos.
La suerte de los cuentos, aprendimos, queda definida en el primer párrafo.
Si en éste, no está la historia que va a contarse, adiós cuento.
Así, leemos que uno de los personajes, el viejo Andrade, habla "hasta por los codos", cómo será su voz de fuerte y cascada que al que narra, se le antoja la imagen de un taladro neumático.
Nos enteramos, que ambos, en plena noche y escoltados por dos motos de la policía, van por una ruta transportando cocaína en un camión de caudales. 
El cargamento es el producto de un procedimiento en la frontera.
El objetivo de su traslado, en plena oscuridad, es llevarla a quemar en un horno industrial y rodeados del máximo secreto.
Entre el humo de sus interminables cigarrillos negros, el viejo Andrade, empieza a hablar de "la película"....
Una situación similar, en la que el protagonista, el único que se atreve, tiene que llevar hasta un pozo de petróleo, un camión cargado de Nitro....
Sin parar, solo para dar interminables pitadas al cigarrillo, el viejo Andrade continúa su perorata.
El que narra, desea que se calle, incluso, que se muera, si es necesario ahí mismo...
....Dos sueldos miserables, y transportamos millones de dólares....
¿No sería ésa una situación más que favorable para ser interceptados? Continúa Andrade, ¿Qué haría con....dos millones de dólares?....¿Quién va a oponer resistencia en caso que nos roben? ¿Por un mísero sueldo, hacerse el héroe?....
¿Cómo lo haría?....Fácil....y describe paso a paso, lo que haría....
Hasta que de pronto, las luces de las motos en la ruta, los policías acribillados.....la sorpresa, la cara de espanto, el pavor y el desamparo. Todo en un segundo....
Por fin iba a callarse....

A este autor, escueto y a la vez certero, no podemos descubrirle algo que "sobre". Faltarle, puede ser, siempre hay historias que pueden abrirse dentro del "ascetismo" de su narrativa.
De todas maneras, en la actualidad no es necesario, como lo fue antaño, echar mano a las descripciones muy detalladas, a fin de que el lector comprenda.
El lector, ahora posee las imágenes suficientes para que los adjetivos parezcan casi superfluos.
Es una época de imágenes.
Julio Verne, necesitó explayarse para "armar sus mundos". Hoy, no sucedería.
¿ Quién no sabe cómo es un paisaje lunar?
¿Quién no ha visto un triceratop en acción?
¿Quién no ha visto un ladrillo de cocaína?.....
Hilosdepiedra.