domingo, 6 de abril de 2014

NATURALEZA Y CULTURA.


Mirtha Lischetti figura encabezando este trabajo denominado “Naturaleza y Cultura”.
Es necesario contar con la materialidad del cuerpo y con los límites biológicos que para toda vida humana, tanto de la especie como del individuo suponen la enfermedad, la decrepitud y la muerte. También es necesario entender las capacidades humanas como características de la especie, devenidas en el proceso evolutivo, pero es aquí donde la naturaleza social del hombre se entreteje con su originaria naturaleza animal.
En efecto, el hombre es un animal con atributos únicos: El ser completamente erecto, con una espina dorsal de doble curvatura, barbilla prominente, pies arqueados, que sirven para andar, son, entre otras, características estructurales propias; pero fundamentalmente es su cerebro (no sólo mucho mayor  sino, sobre todo, funcionalmente más elaborado que el de cualquier otro animal, de donde derivan la mayoría de sus características específicas y exclusivamente humanas. Y es la evolución seguida por el cerebro de los homínidos lo que nos permitirá descubrir en qué momento de este proceso las leyes biológicas resultarán insuficientes ya para completar su explicación (Sirkin).
En el primer estadio de la evolución, dominan, únicas leyes de la biología, pero en una segunda etapa, cerebro, manos y órganos vocales se articularán en el despliegue de una nueva realidad surgida con el hombre: la de la vida social, el trabajo y la comunicación simbólica. Durante esta segunda etapa, los cambios biológicos se producen bajo la creciente influencia del trabajo y de los intercambios verbales que esta praxis produce. El hombre crea una nueva dimensión entre él y la naturaleza, para adaptarse a ella transformándola y esta actuación es necesariamente social. La dimensión social pasa a ser así condición de su propia supervivencia biológica, y presiona selectivamente en la dirección de los cambios más favorables para asegurar su adaptación y su reproducción.
El hombre se independiza de los cambios biológicos para quedar de manera exclusiva bajo las leyes de la sociedad y de la historia. En los últimos milenios las particularidades biológicas de la especie no se han modificado, o las modificaciones han sido tan pequeñas que no han repercutido en las condiciones de la vida social. A partir de un determinado momento, las transformaciones producidas y acumuladas por el hombre en el curso de la historia, ya no se fijan por la acción de la herencia biológica, sino bajo la forma de fenómenos externos de la cultura, que se transmiten de generación en generación merced a una capacidad exclusiva del hombre: EL LENGUAJE SIMBOLICO.
Cada sujeto aprende a convertirse en hombre. Para vivir en sociedad, no le basta con lo que la naturaleza le dio al nacer, debe asimilar además lo que la humanidad ha alcanzado en el curso de su desarrollo histórico. El hombre crea y produce, despliega, a diferencia del animal, una acción transformadora.
Transforma el medio en el que vive, de acuerdo a sus necesidades: crea objetos capaces de satisfacerlo y crea medios para producir estos objetos. En este proceso se modifica a sí mismo y a los demás hombres. Crea relaciones sociales y las transforma, produciendo modos de actividad específicos, conocimientos, valores y normas, et.
Cada generación comienza a vivir en un mundo de objetos y fenómenos creados por las generaciones precedentes, las que le transmiten este mundo de significados y objetos culturales, cuya asimilación le permiten adquirir aptitudes y propiedades específicamente humanas.
Pero esta asimilación depende a su vez de una premisa biológica: el cerebro humano. Lo cual no significa que el psiquismo esté “contenido” en el cerebro, ni que pueda identificarse actividad “psíquica” con actividad nerviosa superior. La actividad nerviosa superior es el sustrato material que, en interacción con la sociedad y la cultura, hace posible ese mundo de imágenes, ideas, anhelos, sentimientos, actitudes, etc. que se denomina psiquismo….
El cerebro responde a una ley biológica de la especie (genéticamente heredado), pero tiene la capacidad de producir situaciones de carácter funcional (conexiones neuronales estables), que se establecen según las experiencias que el sujeto va realizando en y con el medio social, durante su proceso de asimilación a la cultura.

Mirtha Lischetti nació en 1939 en la ciudad de La Plata. Estudió Antropología en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y se recibió en 1965. En 1979 se recibió de licenciada en Filosofía y Letras en la Universidad Complutense de Madrid, y en esa misma universidad en 1986 se recibió de licenciada en Psicología.