domingo, 13 de abril de 2014

POR SUERTE, LOS LOBOS SIGUEN....

DR. ATL

Revolviendo los libros usados en la Biblioteca Popular de ésta, la Patria del Lobo, hemos comprado un fascículo de 1965 dedicado a un personaje desconocido hasta hoy para nosotros.
Más que su obra, nos atrapó su historia, de la que haremos un comentario que queremos compartir.
Su nombre fue Gerardo Murillo, nacido en Guadalajara en 1875.
Nos enteramos que abandona su nombre y su patria, se hace llamar Dr. Atl (atl: agua en náhuatl).
Extraño viajero que recorre a pie varios países de Europa, supo construir su biografía a expensas de relatos de ciencia-ficción y de terror, plasmados en sus libros.
Nos sentimos cautivados, por alguno de sus actos, como si reconociéramos "a uno de los nuestros", como le llamamos a ciertos personajes que tienen gestos marginales, que a nosotros, los lobos ya viejos, nos seducen.
Así, se sitúa en Roma, en época en que la ciudad habría estado en estado de sitio, por un motín, del que no tenemos noticia,  pero que no ponemos en duda, atravesando sus calles para poner flores en la tumba de Giordano Bruno. Este último, ha sido motivo de  un comentario previo en este blog, a propósito de un libro usado que compramos de su autoría y su genial planteo de los universos, uno de los méritos que fue sumando hasta ser quemado en la hoguera por el Santo Oficio; hecho, que confesamos, ya lo sitúa también  entre "los nuestros"....
Al parecer, la ciudad de Nueva York, se asombró, al ver al Dr. Atl .
caminar desnudo por Pekín en la rebelión de los boxers.
Contestando acerca de su similitud con Diego Rivera, en cuanto al empleo de la imaginación, habría dicho "Para Diego, la mentira es un biombo, para mí, un anhelo de verdad"....
Antonio Rodríguez, el que hace los aportes en este fascículo que permite ponernos en contacto con el mundo de fábula o no, del Dr. Atl, es quien establece que éste toma contacto con el mundo indígena de la magia, aparentemente siendo testigo de resurrecciones misteriosas, dándole forma en su obra de ciencia-ficción "Un hombre más allá del universo".
Se transformó en un apasionado por el tema de los volcanes, lo que le llevó a permanecer durante años en las faldas de algunos, al borde de los cráteres.
Se convirtió de esta forma en cronista diario del Parícutin, al que vio nacer y desarrollarse como sólo un volcán puede.
Esto también lo dejó por escrito en una voluminosa obra.
Se cree que la amputación de una pierna que sufriera fue por causa del contacto prolongado y sostenido con sustancias químicas, durante su prolongada "convivencia" volcánica y la actividad de éstos.
No habiendo aceptado el uso de una prótesis, continuó escribiendo sin tregua, desde las muletas o la silla de ruedas.
Algunos sueños no pudo concretarlos como el de emprender exploraciones oceanográficas a fin de hallar la Atlántida platónica sumergida.
Así como tampoco pudo crear un Centro Internacional de Cultura , que en lengua náhuatl se llamaría Olinka, lugar donde se genera el movimiento, en el cráter de un volcán dormido.
De esto han quedado dibujos y otro libro suyo.
Rodríguez, con acierto,  le describe como "dueño de muchas vidas", ya que también se configuró como pintor.
Junto con jóvenes mexicanos, comienza él también a sacudir el "establishment" del gobierno de Porfirio (Porfirio Díaz, vida agitada si la ha habido), como un volcán, con sus obras, producto de su estadía en España, Francia e Italia.
Es otro de los muralistas mexicanos, de los que sólo confesamos conocer a los tres más famosos (Orozco, Rivera y Siqueiros).
Realiza de esta forma murales que son un cimbronazo para la sociedad pacata, como la describe Rodriguez, del Méjico de comienzos de siglo XX.
Encabeza y organiza un movimiento,(entre los que se halla Orozco) que se propone "muralizar" Méjico al estilo del Renacimiento. 
La revolución aplaza el proyecto por doce años, siendo considerado el Dr. Atl, el elemento catalizador del futuro movimiento mejicano de muralistas, el propulsor que fue capaz de imprimir su arrolladora energía, y que es considerado en la actualidad el creador del paisaje moderno de Méjico. 
Diría: "No nací pintor. Nací caminante. Y el caminar me ha conducido al amor por la naturaleza y al deseo de representarla".