Durante mucho tiempo se pensò que el surgimiento de la cultura debìa producirse a partir de alguna situaciòn que demarcara con claridad lo humano de lo no humano. Se pensaba en términos de "umbral", "punto crítico", "rubicón" o "salto" como si hubiera que franquear una puerta para que sobreviniera la humanidad, casi como si fuera un soplo deivino oficiando un rito de pasaje.
Al estudiar los orígenes humanos, se trataron de usar criterios de demarcación basados en rasgos anatómicos y culturales del hombre moderno.
Los rasgos anatómicos empleados, fueron talla, peso, altura, volumen cerebral, dentadura muy poco especializada y marcha bípeda.
En cuanto a los rasgos culturales se utilizaron criterios como confección y uso de utensilios y artefactos, capacidad reflexiva y la estructura social del grupo.
Influenciados por las ideas ilumunistas del siglo XVIII, con el Homo sapiens de Linneo que se diferenciaba por su capacidad pensante y el esfuerzo por relacionarlo con el incremento del volumen craneano, ponen en evidencia, la dependencia del enfoque con respecto a ideas que tienen que ver con planteos filosòficos previos.
Circulaba una idea que la locomoción bípeda debía ser previa al cerebro de mayor tamaño. De ahí que este aspecto pasó a tener preeminencia.
Darwin había sostenido que la disposición de dos manos libres daba la oportunidad de defenderse de presuntos ataques de animales y congéneres.
Esto suponía la presencia de una agresión irrefrenable propia de la naturaleza humana.
Coincidiendo con la expansiòn tecnològica de los 50, que influye en los intentos de delimitar lo humano, se determinó pués, que la fabricación de artefactos era el umbral separador y el principal motor de evolución de los homínidos.
En los 60 se reinstaura la hipótesis del hombre cazador, fundada en la depredación de la naturaleza, como justificadora de lo que se llevaba a cabo en ese momento.
En los 70, estaban en auge las ideas de la importancia de los medios de comunicación y su influencia sobre la cultura humana, de modo que se consideró al lenguaje como el umbral, como criterio definitorio del umbral. Se proyectaba para los antepasados del hombre moderno una comunicación gutural, de alaridos o chillidos apoyados en instintivos gestos simiescos plasmados en el cine en "La guerra del fuego"por ejemplo. El origen del lenguaje vocalizado del hombre actual era considerado el motor causal que permitía transponer el umbral hacia la humanización.
Tambièn en los 70, cobraba auge a medida que crecían los movimientos feministas, otras propuestas. Como contrapartida del rol excesivamente machista atribuído al cazador en los orígenes humanos, se comenzó a desarrollar la hipótesis que señala el rol recolector de la mujer como estrategia adaptativa fundamental en la supervivencia de los primeros hombres, destacándose asimismo la relación hembra-hijo, como relación nucleadora y aglutinante de la unión social.
Las explicaciones de fines de los 70 y comienzos de los 80 intervincularon argumentos de la hipótesis del hombre cazador y la mujer recolectora. Sin dar preeminencia a ninguno de los dos sexos, sino por el contrario destacando el rol cooperativo de ambos para la supervivencia de la especie, se formula la hipótesis de alimento compartido (Isaac). La división sexual del trabajo ubicaría a la mujer en las actividades relacionadas con la recolección de alimentos vegetales para el grupo y a los hombres con las actividades de obtención de proteínas mediante el aprovechamiento ocasional de carne por carroñeo. La compartición se habría efectuado en lugares transitorios, a salvo de predadores peligrosos como los felinos, donde la interdependencia social del grupo requería de lazos sociales cada vez más sólidos.
En los inicios del 90, la imagen de un comportamiento cazador para los orígenes humanos ha sido desestimado.
Los hallazgos de artefactos confeccionados por los primeros homínidos, hallados en Africa Oriental y datados en dos millones de años, asi lo indican. Estos artefactos no eran armas propiamente dichas, no eran eficientes para cazar sino solo para cortar sustancias blandas como la carne y reducirla a porciones consumibles.
Actualmente ha cobrado auge la interpretación del comportamiento carroñero como la estrategia inicial de supervivencia relacionada a su vez con el transporte de recursos (Shipman) (Potts).
Así, las interpretaciones actuales de los datos arqueológicos que corresponden a períodos tempranos del género Homo localizados en Africa Oriental, indican que transladaban rocas de tamaño manuable con el fin de confeccionar artefactos en su mayoría cortantes (Isaac, Potts, Shipman).
Transladaban comida a partir de los dos millones de años, carcazas de animales muertos por otros animales predadores como los felinos con el fin de trozar en otros lugares las porciones de carne obtenidas.
Utilizaban artefactos cortantes para extraer carne de las carcazas y reducirlas a porciones consumibles, también utilizaban artefactos para golpear huesos y extraer el tuétano. Las evidencias de estas actividades pueden observarse en las marcas de corte que sobre los restos óseos han dejado los artefactos líticos o bien en los rastros de utilización que han quedado en los mismos artefactos.
Recorrían su habitat de sabana probablemente siguiendo derroteros estacionalmente pautados obteniendo materias primas y carcazas. Se asentaban en determinados lugares durante un corto tiempo y allí realizaban actividades tales como confeccionar y usar artefactos y trozar carne. Estos asentamientos no son equiparables a los campamentos base de los cazadores recolectores contemporáneos.
El transporte a distancia de los recursos tales como carne y rocas, constituye una actividad que señala la posposición del consumo de alimento para otro momento o del uso de la materia prima lítica para otro tiempo en el futuro en que se van a confeccionar los artefactos. El posponer la realización de una actividad para el futuro mediato, es un comportamiento que no poseen nuestros parientes más cercanos en el linaje (orangutanes, gorilas y chimpancés); ellos solo resuelven sus necesidades de subsistencia en el presente inmediato. Dada su forma de locomoción no transportan comida u objetos a grandes distancias y no dependen de otros congéneres para la obtención de alimentos, cada uno lo hace de manera individual. Por el contrario, actividades como el carroñeo y el transporte de recursos pueden considerarse rasgos propiamente homínidos relacionados a la marcha bípeda y la compartición de alimento.
Las viejas ideas nos muestran los errores en los que se incurre cuando se intenta aplicar criterios únicamente anatómicos o solo culturales. Es necesario sustituír el esquema simple que propone una evolución lineal con un punto crítico a partir del cual surge el hombre por un modelo más complejo de factores interactuantes que evolucionaron a diferentes ritmos.
Desde este punto de vista la emergencia del hombre aparece como un conjunto evolutivo que requirió mucho tiempo y estuvo constituido por diversas modificaciones intervinculadas: crecimiento encefálico, dentadura, fisiología del aparato locomotor, fonación, coordinación motora etc.
Estos elementos se van transformando cada uno a su ritmo y van modificando las relaciones que organizan a todos en el mismo conjunto evolutivo (concepto de evolución en mosaico); por lo tanto, es inútil buscar una frontera morfológica precisa o un umbral claramente delimitado. En la actualidad se prefiere estudiar estos inicios de la vida humana en términos de comportamiento, concepto que involucra aspectos de carácter biológico y cultural intervinculados.
De. Antropología. Edit. Eudeba.
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