Cada vez que nos "perdemos" en la ansiedad y en la ira, muy especialmente, parece que reforzáramos respuestas automáticas, irreflexivas que no han de llevarnos por buen rumbo.
Es como quedar aprisionados, al entender de Jon Kabat-Zinn, de las ideas a las que nos aferramos y defendemos en forma iracunda y tenaz.
Todas las manifestaciones físicas que acompañan las emociones difíciles, como la ira, la tristeza etc, se expresan mediante una "contracción" mental y corporal.
La valiosa herramienta con que contamos, en estas situaciones, es la conciencia. El darnos cuenta de la situación en la que estamos y empezar a darnos cuenta de las reacciones en las que estamos inmersos.
Nos libramos de estas ataduras cada vez que somos capaces de "verlas".
Esto parece ser lo único necesario. Sólo ver la emoción difícil, el deseo como tal, la opinión como lo que en verdad es. Nadie pide que renunciemos a ello. Ese "ver", ese asistir, como ya decía Krishnamurti, ello constituye la "atención plena".
Según Tich Nhat Hahn (pacifista y poeta vietnamita, de quien ya comentamos), cree que las sinapsis neuronales en las que asientan los hábitos o conductas inapropiadas, se terminan "consolidando", al repetir una y otra vez lo mismo, sin advertir, sin tener conciencia, sin estar atentos, en fin, y por eso mismo, la posibilidad de "desentrenarnos" en la ira o cualquier hábito nocivo, va a ser cada vez más difícil.
El condicionamiento es eso: entrenamiento. Se nos pide que demos el paso para retornar, para desandar el camino de la reacción iracunda, y CIEGA. Deberemos hacer una "ejercitación al revés".
La mayoría de nuestras conductas son inconscientes así como las frases que pronunciamos, sin pensar, automáticamente.
Actuando por auténtico impulso, sin meditación previa.
El autor, propone, atender a nuestros "estados desagradables", sin juzgar, investigando, tratándonos con amabilidad, sin ser nuestro verdugo. Comprendiendo que somos y actuamos inconscientemente, por impulsos, guiados por deseos que nos perjudican.
Nos veremos favorecidos cuando incorporemos la respiración y su atenta observación, sobre todo en momentos de gran demanda emocional. La práctica meditativa, la atención plena y la respiración son las llaves que pueden ayudarnos en situaciones difíciles y que retrospectivamente hacen que valoremos el servicio que nos prestan. Todos conocemos la sensación que nos queda luego de haber "ardido" en terribles discusiones sin sentido. Lamentamos lo dicho y ya es tarde, por eso el pedir perdón sobra. Ya es pasado. Tenemos por delante poseer nuestra atención cuando detectemos que ahí vamos de nuevo. Nadie dijo que sería fácil.