Para Jerome Bruner, doctor en Psicología de Harvard, el "relato" es una de las formas más difundidas universalmente, por medio de las cuales, empezamos, desde niños, a acercarnos a la cultura.
Forma poderosa de discurso, el relato posee un escenario, un protagonista quien deberá actuar de modo tal que pueda enfrentar determinado peligro o situación, si es posible de índole extraordinaria. Todo esto luego en mayor o menor medida es interpretado por el narrador.
Origen de las narraciones ancestrales alrededor del fuego, del anciano encargado de ceder a los niños el patrimonio cultural del grupo o clan al que pertenecían....
Al parecer, el interés infantil se centra principalmente en las interacciones entre personas. El autor sostiene que este es uno de los motivos por el que a los niños les gustan tanto las historias, a través de ellas sufren, se preocupan, se angustian y se tranquilizan según las alternativas.
Formas de ser integrados en el grupo social, de comprender las pautas sociales a través de estos tempranos contactos, de estas "exploraciones imaginarias del mundo". Así, irá aprendiendo qué está permitido, cuales son los límites de ese universo real inexplorado. Esto le dará significado a su vida dentro de la cultura.
Todavía avanza, el autor, hacia un planteo que pensamos, ideal y también aplicable en las escuelas: estimular en el niño el "apropiarse de la cultura" a través de las preguntas y las discusiones con las que pueda incorporarse al mundo fuera de la escuela.
Esto, para Bruner, implica, terminar con los programas pre moldeados. Así lleva a cabo una experiencia escolar en Italia, en una ciudad al sur de Bolonia, Reggio Emilia. Una apertura directa del niño al mundo con reglas reales.
Su proyecto es crear una "Psicología Cultural", no limitada al estudio ceñido al pensamiento, sino una investigación del ser humano en cuanto fabricante de proyectos, sueños y creador de cultura. Se trata de comprender, qué pasa en la mente que crea, que descubre, que se expresa....
No acepta que la cultura se reduzca a meras fórmulas. Se trata, más bien de saber de qué modo el pensamiento crea normas, valores ideales, pensando en cómo el ser humano produce arte, ciencia, religión etc...
Reducir las actividades de la mente a un modelo de computadora (inteligencia artificial), es ser un reduccionista que compara el pensamiento a un programa, a una serie de cálculos e instrucciones lógicas.
El pensamiento parece ser algo más que todo ese mecanicismo así planteado.
La Psicología Cultural investiga el cómo los seres humanos dan sentido, crean y transforman las producciones culturales.
Termina diciendo "la escuela se convierte en un verdadero laboratorio aplicado a una psicología cultural".