Este término sánscrito, se refiere a la atención sostenida siendo la respiración el punto de esta atención.
Aunque sabemos por experiencia personal, que la atención a la respiración no es continua e inquebrantable, el samadhi está constituido por la recuperación de la atención en la respiración cada vez que nos perdemos en toda clase de sucesos externos e internos, de tal manera que la mente logre una relativa estabilidad.
Hemos comprobado que recuperar la conciencia de nuestra respiración y el ritmo que adopta a cada instante es posible, luego de práctica, bastante práctica.
Así podemos transmitir, que ha estado presente esta conciencia en situaciones difíciles e inevitables de la vida cotidiana. No ha sido fácil, por momento nos hemos "perdido" en el terror, la ansiedad, la angustia, la incertidumbre, emociones absolutamente válidas, presentes, que se han adueñado de nuestra mente. Nadie promueve que se repriman, o garantice que el ritmo respiratorio se ralentice o algún fenómeno extraordinario digno de un yogui suceda al ser conscientes de nuestra respiración.
En esos momentos difíciles, nada extraordinario sucede en el afuera, como no sea nuestra capacidad de atender para optar por la mejor decisión en el momento en el que estamos.
Por ello, practicamos con regularidad la atención plena, la respiración y la meditación en los que llamamos "tiempos de paz". Creemos que el entrenamiento en un clima tranquilo, o sin tanta zozobra interior es lo óptimo y que tal vez pueda servirnos en "tiempos de guerra", cuando ya no haya justamente eso, tiempo para "ver", para decidir algo con claridad.
Como apunta Jon Kabat-Zinn, la sabiduría podría definirse como el conocimiento de las cosas tal y como son, esto puede lograrse con la intervención de una mente estable, libre de imágenes, pensamientos inquietos, y toda clase de sentimientos y emociones.
Como dice aproximadamente la frase de este blog: "con el reposo, el agua turbia va a aclararse".