domingo, 6 de julio de 2014

LOS SIN ALMA


Ataviados con lujo y esmero. Casacas entalladas de géneros caros y brillantes, despliegue de encajes, cintas, calzas inmaculadas, zapatos de corte, sombreros con plumas, alas multicolores y pelucas enruladas, sosteniendo un arcabuz, en vez de las consabidas espadas, flamígeras o no. Ellos son los llamados Angeles Arcabuceros. 
Según datos hallados, sus posturas se adecuan al "Manual Militar de Jacob Gheyn 1607). El arcabuz fue conocido como el "trueno de mano". También la terminología militar viene de lejos siendo acuñada por el Nuevo Testamento cuando se refiere a "huestes angélicas", "legiones de ángeles" etc. Del mismo modo,nos parece, cuando se utiliza una especie de "posicionamiento jerárquico" en la clasificación de los ángeles: como de Primera (serafines, querubines etc.), Segunda (potestades, virtudes etc.)  y Tercera jerarquía (arcángeles, ángeles, etc.).

Los así llamados "ángeles arcabuceros", serían el resultado de una fusión entre el arte hispano y la expresión de arte andino local.
A fines del siglo XVI, arriba a Cuzco un pintor italiano de renombre, Bernardo Bitti, jesuita además, y que con su llegada, se abre un panorama artístico nuevo, a raíz de la construcción de la Catedral de Cuzco, y su participación en la factura de obras diversas, además en la iglesia de su Orden. Este religioso introduce un estilo pictórico, el manierismo, que estaba en auge en Europa, en el que las figuras son alargadas y rodeadas de luz. Se puede hablar del desarrollo de la escuela Cuzqueña pictórica. Este artista y otros más enseñaron sus técnicas a los artistas locales y estos, a su vez, formaron nuevos discípulos provenientes de los pueblos originarios. De esta forma, se realiza la fusión de los dos estilos denominándoselo hispano-andino.
También se observa una serie de ángeles arcabuceros en una población cercana a La Paz, Bolivia, en la iglesia de Calamarca, territorio de indios Pacajes.
Los talleres de pintura que se fueron extendiendo, quedaron casi exclusivamente a cargo de manos indígenas que proporcionaban obras pictóricas a pedido de los centros religiosos que iban construyéndose, conforme la expansión de la corona española en América.
En la Quebrada de Humahuaca, pueden apreciarse estas imágenes en la Iglesia de San Francisco de Paula en Uquía. Si bien, en el Concilio de Letrán (gestión de Paulo III), fueron proscriptos cuatro de los siete arcángeles, sus imágenes pueden apreciarse y habrían llegado igualmente a América, los de Uquía serían los únicos que poseen su nombre al pie de cada obra, aunque, según autores como Liliana Madrid y Diego Outes Coll, no serían del todo coincidentes la imagen y el nombre en cuestión, razón que se atribuye al desconocimiento que tenían del tema. También se menciona que el centro de producción de estas obras no habría sido dilucidado, aunque la mayoría podría provenir de Cuzco y alrededores del Lago Titicaca. Estos autores, reconocen además, influencias de la escuela flamenca a través de diferentes pintores que llegaron a América.
La fusión a que hiciéramos mención, podría descubrir la presencia del Dios del Trueno o rayo: Illapa, según entiende Ramón Mijica Pinilla y podrían tener una misión evangelizadora. 
Los ángeles de Uquía están rodeados por rosas pintadas a diferencia de los de Calamarca. Según los investigadores Iris Gori y Sergio Barbieri (autores del Inventario Patrimonial de Bienes Muebles, Jujuy), los ángeles de Casabindo tienen pautas que los vinculan a los de Calamarca.
Otros expertos, como Liliana Madrid y Diego Outes Coll, autores de "Angeles Andinos", entre otras obras, sugieren la presencia de la serpiente, símbolo de la fertilidad, la cual, lejos de desaparecer del panteón andino y americano, ha estado presente en forma encubierta.
Hay antecedentes, de guerreros alados prehispánicos como se observan en la acrópolis de Ek Balam (Eek Baalam o jaguar negro), perteneciente a una capital Maya llamada Taloi, que fueron sometidos en los primeros años del siglo XI por el pueblo de los Izáes.

Estos seres, que según dice algunos, no tenían alma, tuvieron que esperar una Bula, "Sublimis Dei" del Papa Paulo III, de 1537 para ser considerados dignos de tener libertad, posesiones, y ser introducidos en las nuevas creencias de la fe católica, por medios pacíficos. Entretanto, fueron capaces de plasmar obras de arte como las que se han descripto, nos referimos, claro está a los pueblos originarios. Todavía, no nos queda muy claro qué efectos tuvo, en cuanto a su observancia, la susodicha Bula. Hilosdepiedra.