Maestro, ¿existe la reencarnación? ¿Existe el alma? ¿Existe Dios? Hijo mío, no me interrumpas con esas preguntas en estos momentos en que estoy muy ocupado tratando de llegar a una fórmula que salve a la humanidad. ¿Qué estás haciendo Maestro? Viendo como saco más harina de un grano de trigo. Este es el verdadero problema de la humanidad, no tus preguntas.
Maestro ¿debemos recordar lo que hemos hecho y pedir perdón a aquellos a quienes hemos ofendido? Hijo, lo hecho ya está hecho. Deja que los muertos entierren a los muertos, que los vivos no los harán resucitar. Mejor dedícate a vivir sin mirar atrás y haciendo lo que consideres correcto en cada momento.
Maestro, me he comprometido en algo que veo difícil cumplir y no sé cómo encararlo para decírselo a la persona cuyas expectativas truncaré. ¿Me das un consejo? Hijo, en estos casos debes pensar que tu primera responsabilidad es contigo mismo. Y en segundo lugar, sólo hay una manera de encararlo: de frente. Darle vueltas es dañino para ambas partes.
De: Cuentos Zen para la Vida diaria y los Negocios. Mariano Merino.