Una experiencia personal, de estos días, está tal vez transformándose en la mejor instructora de esto que hemos emprendido,la práctica de la meditación y la atención plena.
Por más que lo hacemos con regularidad hace bastante tiempo, no hemos podido con el estrés relacionado con el aspecto laboral profesional que se ha instalado en nuestra existencia. Obviamente que no es la única causa estresora, pero sí es, lo suficientemente potente para desajustarnos y experimentar, con el tiempo, profundo padecimiento. Todo esto, relacionado con el ostensible desequilibrio entre el esfuerzo para llevar a cabo nuestra tarea y la retribución lograda al final de la misma.
En estos momentos, no nos es posible, producir cambios favorables, en cuanto a retribución se refiere. Tampoco es factible ocasionar un giro de 180 grados y dedicarnos a otra actividad que desconocemos.
Estamos insertos en un contexto económico poco favorecedor. La profesión y la especialidad dependen de una serie de parámetros que no depende de nosotros poder modificar.
Así que, investigando, hemos tropezado con un concepto que habíamos olvidado, ignorado, y que sin ser "hacedor de milagros", pueda, tal vez ayudarnos en esta y otras situaciones similares.
Este concepto es la voz pali "DUKKHA".
Suele traducirse como angustia, estrés, malestar, insatisfacción...
¿Cómo pudimos saltearnos esto?, hemos leído hasta el hartazgo y ...
nos acordamos que leer no es ser ni estar.
En el budismo se ha resaltado la universalidad de dukkha. Sufrimiento que asiste y condiciona la naturaleza humana en su esencia. Claro que ya sabíamos esto. De allí a aprehenderlo, de ser eso, sufrimiento, hay un abismo. Ahora sabemos que cada vez que hacemos el trabajo "somos" ese sufrimiento. Se ha apoderado de nuestra jornada, permitimos que amargara y contaminara los pensamientos. En una palabra, hemos estado comportándonos como ignorantes.
No hemos dejado de tener "in mente" una queja pasiva y constante, "si, sabemos que esto es sufrir" etc. Nos parece, que a estas alturas, tenemos que investigar. Solo queda el camino de reconocer este sufrimiento, atravesarlo, instante tras instante, siendo consciente de su naturaleza.
La principal causa de nuestro sufrimiento, nos parece, ha sido el universal deseo de escapar del sufrimiento. Cuando no podemos (ya hicimos mención, que por el momento no es posible), sufrimos lo indecible. Sabemos que la evitación es universal. ¿A quién le gusta sufrir?, sacando ciertos cuadros psicológicos o psiquiátricos, diríamos que a nadie.
Una vez que estamos enfrentados con "lo inevitable" de su existencia, hacer lo opuesto, es decir tratar de evitar, no nos ha conducido a nada más que a más estrés. Ahora nos queda aceptarlo. Aquí no deben tener cabida los pensamientos de analizar cuán mala es nuestra situación, cuán injusta, cuán ...acá es donde debe estar la mente atenta, presente y dispuesta a atender lo inherente a nuestra labor.
La mente, tiene sus trampas, nos dice: si todo es cambio ¿porqué tu situación es siempre la misma? ¿ por qué no has cambiado tu forma de ver este trabajo tan poco gratificante?...
De nuevo: la mente, siempre atenta en percibir y "pescar" emociones negativas, enseguida está al acecho de la disarmonía interior.
Esta vez, haremos de modo de estar atentos, alertas a los pensamientos negativos, a las percepciones de desagrado, a las emociones aflictivas conforme vayan surgiendo.
No vamos a reprimir, vamos a practicar. No sabemos si este es el camino, en realidad no hay camino, lo dijo Antonio Machado, ahora tiene sentido también para nosotros....