Como recomienda Edward De Bono, autor del principio del pensamiento lateral, es necesario "un tiempo y un lugar para pensar".
Como una costumbre sana, dedicarle al pensamiento tiempo y lugar, en forma metódica.
Los temas vendrán solos en nuestra existencia.
Esto, creemos, significa, plantearnos un "estilo" por decirlo así, en el enfoque que habremos de dar al ejercicio de nuestro pensar organizado.
Por pertenecer a la cultura occidental, hemos leído, la mayoría hacemos algo con un propósito. Necesitamos "por cultura" hallar soluciones para los problemas que se nos van presentando, instante tras instante. No solemos hacer las cosas solo por el hecho de hacerlas, si no con un fin determinado.
A cada uno de nuestros problemas, algunos, podremos darle la vuelta en forma difusa, rondando y rodeando las ideas que van surgiendo, si podemos. Aquí viene la importancia de un lugar para pensar.
Hay quienes necesitaremos tener a mano papel y lápiz. Allí habremos quienes amontonemos datos, cifras, flechas, dibujos etc, otros estilos de planteo, como círculos o rectángulos o triángulos, al estilo del mejor corral, podrían funcionar y dentro, agrupar los temas semejantes y que no se nos escape nada, para luego ir estableciendo las conexiones necesarias y las eliminaciones pertinentes.
Otros, en posesión ya de una solución, habrán de avanzar dándole la vuelta, tratando de mejorar la primera solución hallada.
Finalmente, habrá quienes piensan mejor moviéndose, caminando, por ejemplo, rumiando....
Menciona De Bono, lo devaluada que está la frase "necesito pensarlo". Por lo general, según las profesiones, hace que el interlocutor piense que si no hay una respuesta preparada es porque se ignora el tema. Esto, aunque cuesta confesarlo, nos afecta, nos hacemos cargo de la "desvalorización" del otro y a esto le sumamos, la efectiva búsqueda de una respuesta a través del pensamiento.
Pensar, a veces, significa para el otro, tiempo para "averiguar lo que ignoramos". Hay muchos que prefieren una respuesta inmediata aunque "inventada" a una sincera búsqueda de respuesta luego de la reflexión y por qué no, del estudio, investigación y consulta con otros pares.
Hace muchos años, alguien de nuestra especialidad, nos dijo: "el día que deje de consultar, me retiro".... eso, no es inseguridad, es aportar al pensamiento propio, la visión ajena, desinteresada y enriquecedora.
El abandonar la manera persistente de ahondar los problemas, a veces da resultados mejores, como dijéramos esperar "a la vuelta" que sobrevolar el problema en redondo sin cambiar nuestra posición de ver desde otro ángulo. Sin postergar a veces la frenética búsqueda de la solución, ésta parece alejarse cada vez más.
Otra de las pautas que señala el autor, es el valor de la lentitud del pensamiento. Lo compara a un vehículo conducido a gran velocidad. Habrá realmente poco tiempo para atender las señales que vayan apareciendo. Si en vez de ésto se conduce lentamente, podrán apreciarse las señales, interpretarse correctamente y actuar en consecuencia.
Así debería ser con el razonamiento. Valiosas detenciones para el análisis de las opciones disponibles, mejora la posibilidad de hallar la solución.
Parece probado que cuando hay más de dos opciones, los pensamientos veloces tienden a pasar las otras por alto, no así los partidarios del razonamiento lento.
Aparentemente, el grado de resultado entre dos personas que atienden no cambia a favor de la más rápida. La que anda siempre corriendo, no asegurará una respuesta más efectiva.