sábado, 15 de febrero de 2014

TODA SEMEJANZA...

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Zena sujetó la mano de su hija para ayudarla a subir la empinada cuesta. El camino le resultaba tan familiar que no era consciente de estar realizando un esfuerzo. Centenares de veces había visitado la cueva sagrada donde hablaba a la diosa, la Madre de todos los seres vivientes. Sin embargo, para la joven Zena era una experiencia nueva y extraña.
Al cabo de un rato madre e hija llegaron a una saliente que se hallaba en la cima de la colina. Zena se detuvo con los brazos extendidos, para saludar a la diosa.La joven Zena observó a su madre en silencio.
-Gran Diosa, te traigo a mi hija, destinada a servirte pues también lleva el nombre de Zena. Ayúdala a aprender tus normas y acompáñala a lo largo de su vida. Transmítele tu sabiduría, tus conocimientos; guía su corazón y su mente en la tarea de conducir a nuestro pueblo. ¡Invocamos tu fuerza, oh Madre sagrada!
......Durante muchos años, más de los que alcanzo a recordar, dijo Zena, hemos vivido en armonía con nuestros semejantes y con el entorno. Ello se debe a que hemos observado las enseñanzas de nuestra Madre, los principios de amor y paz....
El Gran Rift Valley en Africa, entre un millón y un millón y medio de años atrás.
El grito se propagó a través de la desierta sabana. Sobresaltada, Zena se agazapó a los pies de la vetusta acacia a fin de confundirse con el paisaje. Sus manos delataban su sufrimiento, pues no cesaba de frotarse el hinchado vientre en un vano intento de aplacar las punzadas de hambre. Llevaba varios días sin comer.
El grito de alarma lo había proferido su madre, Tope, que se hallaba encaramada en el árbol. Tope gritó de nuevo y el segundo alarido hizo reaccionara a Zena, quien agarró una rama y trepó hasta la copa de la acacia donde se encontraba su madre. Al mirar hacia abajo vió que una hiena la observaba fijamente, mostrando sus fauces mientras un hilo de saliva se deslizaba por sus labios entreabiertos, dispuesta a devorarla. Zena sintió un escalofrío y se arrimó a su madre.
La hiena dió un salto y trató de encaramarse a la acacia. Tope la amenazó con la rama que sostenía, sin dejar de gritar.....
......Vamos a curarte el ojo. Siéntate, ordenó Ralak a Kropor al tiempo que le daba un empujón en el hombro para que comprendiera lo que le decía.
Toro y Metep regresaron al cabo de unos momentos con un puñado de plantas y una calabaza que contenía un poco de agua. Toro se hizo cargo de la criatura mientras entregaban a Ralak las plantas y la calabaza. Zena se acercó para observar la escena mientras Ralak arrancaba con cuidado las hojas de los tallos y las sumergía en el agua....
Ralak aplicó con suavidad el emplasto sobre el ojo de Kropor....Zena se limitó a asimilar los sentimientos que le transmitía aquella mujer tan extraordinaria. Su mirada expresaba simpatía y comprensión...
Ralak le propinó unas palmaditas en el brazo y le dijo con tono enigmático: tenemos que hablar.
Cuando abrió los ojos, la serpiente había desaparecido. Durante unos momentos Zena se preguntó si no habría sido fruto de su imaginación, si no habría soñado su presencia. Pero luego vió la piel del reptil yaciendo junto a sus pies. La serpiente se había despojado de su piel del mismo modo que Zena se había despojado de su cólera absurda e infantil.
De: Los círculos de piedra. De: Joan Dahr Lambert.
En el dorso del libro, hacen mención los editores, que "tras los ruegos de Zena a la Madre Tierra, muchas mujeres han invocado a la Diosa para que las ayudara en el duro oficio de ser madres y preservar así la vida en nuestro planeta. Los círculos de piedra, nos habla de la vida de nuestros ancestros, de sus primeras experiencias con el lenguaje y del esfuerzo que supuso luchar contra la ley del más fuerte.
Continúan: el mensaje de Joan Dahr Lambert nos transmite ...los problemas que sufrimos los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Las palabras que fluyen en esta saga prehistórica unen el gusto por la aventura que distingue la obra de Jean M. Auel, con la sabiduría que en contramos en las nueve revelaciones".

Hilosdepiedra: hemos leído previamente la obra que consideramos precursora, escrita por Jean M. Auel. Autora de la saga Los Hijos de la Tierra. Esta escritora, según hemos leído, ha sido consultada en Congresos de Antropología, siendo una palabra autorizada en la materia. Su saga, está compuesta por estos títulos: El Clan del Oso Cavernario, El Valle de los Caballos, Las Llanuras del Tránsito, Los Refugios de Piedra, La Tierra de las Cuevas Pintadas. 
La autora se documentó extensamente antes de encarar la tarea, en temas como la Era de Hielo, el Hombre de Neanderthal , el Neolítico, la aparición del lenguaje, el contacto entre grupos humanos diferentes como el hombre de Cro-Magnon y el de Neanderthal etc. Ayla, la niña heroína de la saga perteneciente al grupo de Cro-Magnon, se nos "aparece" in mente, siempre que tropezamos con historias que tanto se le asemejan, en este caso llamada Zena. Ambas están destinadas a curar, a aprender de lo que les ofrecía la tierra para aliviar el sufrimiento. A lo largo de los seis tomos de la obra nos sentimos "transportados" hacia regiones lejanas no solo en distancia sino también en el tiempo.

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