miércoles, 26 de febrero de 2014

CLAROSCUROS LUNARES

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Descriptos por Alberto Rojo como Acuarelas de Galileo, los claroscuros lunares fueron observados por Galileo en 1609, noviembre más precisamente.
Ese día, dirigió el telescopio al cielo, telescopio diseñado y fabricado por él (¿como no indignar a la Inquisición?, ¡artilugio diabólico!)....
El aumento, creemos sería unos 20x, veinte veces más grande. 
Un año después Padua asistió, sin saberlo bien, a un descubrimiento simultáneo, descubrimiento múltiple: los satélites de Júpiter y las fases de Venus.
Aparentemente antes que él, Thomas Harriot, había visto la luna a través de un telescopio. En sus dibujos aparecen áreas iluminadas y oscuras, sin haber dejado claro el motivo. De modo, que puede haberse interpretado como fallas en la fabricación de las lentes, las cuales eran rudimentarias en esa época.
Por el contrario, Galileo, pintando en tonos de sepia, dejó siete imágenes lunares pintadas, que los estudios recientes, revelaron que han sido días consecutivos.
No solo la belleza de las imágenes es la que atrapa sino que su manejo del claroscuro, técnica avanzada en la Italia de ese tiempo, le permitió, "informar" el origen de las sinuosidades lunares.
Son nada mas y nada menos que la representación del bajorrelieve de la superficie lunar.
Al parecer, en Inglaterra, no había podido superarse aún el estilo gótico.
Galileo escribe un libro de título llamativo, intrigante, que despierta la fantasía para los oídos actuales: EL MENSAJERO SIDERAL (Siderus Nuncius). Anota en él que a medida que el ángulo solar cambia, las áreas claras lunares aumentan de tamaño y brillo, luego de una o dos horas se reúnen en la parte iluminada. Llega así a la asombrosa conclusión de que esas partes claras y oscuras son prominencias y cavidades. Incluso llega a estimar que algunas son montañas lunares tan altas como los Alpes.
Esto fue asombroso, porque en el Medioevo, todos seguían los conceptos aristotélicos según los cuales la luna era una esfera perfecta. Esta perfección fue utilizada para simbolizar la pureza y perfección de la Virgen María, por lo que los pintores la comparaban "pura como la luna" . Los pintores del Renacimiento la imaginaban parada sobre una luna perfectamente esférica.
Ya en 1612, el artista Ludovico Cardi, recibe el encargo de pintar un fresco en la Basílica Santa María Maggiore. Llevaba como sobrenombre el artista, Cigoli, y a la sazón era amigo de Galileo.
La Iglesia le dejó pintar una Virgen María parada sobre una luna con cráteres, indudablemente copiada de los dibujos del sabio.
Publicado en 1610, El Mensajero Sideral, según Italo Calvino, constituye un clásico de la literatura y Galileo es el mayor escritor en prosa de la lengua italiana y merecería igual fama como "inventor de fantásticas metáforas" que como científico.
El nombre de la obra de Cigoli no es Inmaculada, sino Asunción de la Virgen.
En cambio en España, las Inmaculadas de Velázquez y Murillo, continúan de pie sobre una luna esférica y translúcida, limpita.