sábado, 22 de febrero de 2014

NUESTRO CUERPO NO SERA UN CAMPO DE BATALLA

CULTURAGENERAL.NET. LA LECCION DE ANATOMIA. REMBRANDT.

De: Tratado de Ateología. Física de la Metafísica. De: Michel Onfray. Huellas del Imperio: Michel Foucault llamaba episteme a este dispositivo INVISIBLE pero eficaz del discurso, de la visión de las cosas y del mundo, de la representación de lo real, que encierra, cristaliza y petrifica una época en representaciones estereotipadas. La episteme judeocristiana nombra lo que, desde las crisis de histeria de Pablo de Tarso en el camino de Damasco hasta las intervenciones globales televisadas de Juan Pablo II en la plaza de San Pedro, constituyen un imperio conceptual y mental difuso dentro del conjunto de engranajes de una civilización y una cultura. Dos ejemplos, entre muchos, para ilustrar mi hipótesis de la impregnación: el cuerpo y el derecho.
La carne occidental es cristiana. Incluso la de los ateos, musulmanes, deístas y agnósticos educados, criados o instruidos en la zona geográfica e ideológica judeocristiana... El cuerpo que habitamos, el esquema corporal platónico-cristiano que heredamos, la simbólica de los órganos y sus funciones jerarquizadas: la nobleza del corazón y el cerebro, la grosería de las visceras y el sexo, neurocirujano contra proctólogo, la espirirtualización y desmaterialización del alma, la articulación de una materia pecaminosa y un espíritu luminoso, la connotación ontológica de esas dos instancias opuestas de modo artificial, las fuerzas turbadoras de una economía libidinal moralmente captada, todo eso estructura el cuerpo a partir de dos mil años de discursos cristianos: la anatomía, la medicina, la fisiología, desde luego, pero también la filosofía, la teología y la estética contribuyen a la escultura cristiana de la carne.
La mirada que uno se dirige a si mismo, la del médico, la del especialista en diagnóstico por imágenes la filosofía de la salud y la enfermedad, el concepto del sufrimiento, el papel que se le otorga al dolor, por lo tanto, la relación con la farmacopea, las sustancias, las drogas, el lenguaje que usa el que cura para dirigirse al enfermo, así como también la relación de uno consigo mismo.....la construcción de un ideal del yo fisiológico, anatómico y psicológico...No es sorprendente que la ética de la bioética siga siendo fundamentalmente judeocristiana. Aparte de la legislación del aborto y la contraconcepción artificial, esos dos avances hacia un cuerpo poscritiano, la medicina occidental sigue muy de cerca las incitaciones de la Iglesia.
.....Por cierto, cuando en Occidente los que curan abordan el cuerpo enfermo, la mayoría de las veces ignoran que piensan, actúan y diagnostican a partir de su formación, que incluye la episteme cristiana.
El inconsciente del terapeuta y el del paciente provienen de un mismo baño metafísico.
El ateísmo exige trabajar sobre esos formateos invisibles pero que se imponen en los detalles de la vida cotidiana corporal: el análisis minucioso del cuerpo sexuado, sexual y de las relaciones correspondientes ocuparía un libro entero.....