Una última leída al texto documentado y tan bien organizado de "El Mito del Eterno Retorno".
Constituye en sí, el armado de una trama que teje y desteje el hombre actual en su obsesión de afirmar la supremacía de la Historia, ante cualquier otra posición.
El hombre actual fija los acontecimientos, los "repara" continuamente, con los hechos anteriores que le sirven de precursores. Va trazando, por así decir, un camino lineal, con mojones, y referencias que le indicarán los sucesos.
El hombre arcaico, sólo sabe que lo que sucede ya aconteció y volverá a acontecer, no importa cuando fue la primera vez, que la humanidad fue visitada por el extraño mensajero de los dioses; está seguro que tendrá que regresar algún día. El sólo debe esperar y estar atento a las señales que de vez en cuando irá recibiendo desde el Cosmos, desde la Naturaleza, señales sutiles, en algunos casos, en otros, grandes estragos...
En el pasado, cada lucha fue un signo, una imagen de la lucha entre el bien y el mal. Entiéndase: en un contexto épico.
Ahora, los sufrimientos históricos no parecieran ser interpretados como "castigos de Dios".
Ahora, los sufrimientos históricos no parecieran ser interpretados como "castigos de Dios".
Aunque los héroes de las luchas arquetípicas, repetían una y otra vez la lucha del bien y del mal.
Nos parece interesante estos argumentos, en el decir del autor, que este enfoque de la tragedia humana, fue lo que hizo "soportable" la existencia. Sin llegar al extremo del nihilismo a secas.
Plantea que el enfoque "cíclico" de la historia fue el que se manifiesta en obras tan importantes de autores como G. Bruno (comentado), Kepler, Ticho Brahe o Campanella. A esto le llama "ideología arcaica".
Nietzsche recupera el mito del eterno retorno, así como Sprengler y Toynbee.
El hombre arcaico, se ha opuesto tenazmente a ser "situado" en un plano histórico determinado.
A su vez, el hombre moderno, le puede atribuir al arcaico una falta de "creación" en el empeño de esperar y contemplar lo eternamente cíclico.
Aclara el autor que "hombre moderno" se puede definir como aquel que ha adherido al pensamiento historicista, marxista y existencialista. Ya hemos comentado que Marx despojó a la Historia de toda significación trascendente, al decir del autor.
Plantea que al hombre moderno, paradójicamente poco le queda por hacer en cuanto a "creación": o bien "la historia se hace sola" gracias a los aportes de acontecimientos y descubrimientos previos en el tiempo o el deja "hacer la historia" por un grupo de "iluminados" que no permiten el acceso al hecho histórico del hombre común, por así decirlo, a pesar de ser quien precisamente esté a cargo de esta historia (sin saberlo o siendo consciente de ello), pero que indefectiblemente y sin ninguna duda ha de ser quien la sufra.
Magistralmente, Eliade plantea que las dos opciones del hombre moderno, que se jacta de ser libre (espejismo) son: u oponerse a ser parte de la historia a través del suicidio o el destierro, o refugiarse en una existencia subhumana o en la evasión.
También pone de relevancia, el factor que introdujo el pensamiento judeo-cristiano: la introducción del concepto de Fe.
Por esta fe, el hombre "participaría" de la creación, colaboraría con ella. Podría decir que se ha emancipado realmente de toda ley natural, de aquella ley que le está mostrando que si se arroja al mar, al tiempo morirá ahogado. A través de la fe, se libera hasta de eso. El hombre sabe, que Dios le está sosteniendo y nada habrá de sucederle. Tampoco debe tener miedo de la Historia.
La "invención" de la fe, es la última adquisición del hombre moderno, para defenderse del terror de la historia.
El hombre arcaico, se ha opuesto tenazmente a ser "situado" en un plano histórico determinado.
A su vez, el hombre moderno, le puede atribuir al arcaico una falta de "creación" en el empeño de esperar y contemplar lo eternamente cíclico.
Aclara el autor que "hombre moderno" se puede definir como aquel que ha adherido al pensamiento historicista, marxista y existencialista. Ya hemos comentado que Marx despojó a la Historia de toda significación trascendente, al decir del autor.
Plantea que al hombre moderno, paradójicamente poco le queda por hacer en cuanto a "creación": o bien "la historia se hace sola" gracias a los aportes de acontecimientos y descubrimientos previos en el tiempo o el deja "hacer la historia" por un grupo de "iluminados" que no permiten el acceso al hecho histórico del hombre común, por así decirlo, a pesar de ser quien precisamente esté a cargo de esta historia (sin saberlo o siendo consciente de ello), pero que indefectiblemente y sin ninguna duda ha de ser quien la sufra.
Magistralmente, Eliade plantea que las dos opciones del hombre moderno, que se jacta de ser libre (espejismo) son: u oponerse a ser parte de la historia a través del suicidio o el destierro, o refugiarse en una existencia subhumana o en la evasión.
También pone de relevancia, el factor que introdujo el pensamiento judeo-cristiano: la introducción del concepto de Fe.
Por esta fe, el hombre "participaría" de la creación, colaboraría con ella. Podría decir que se ha emancipado realmente de toda ley natural, de aquella ley que le está mostrando que si se arroja al mar, al tiempo morirá ahogado. A través de la fe, se libera hasta de eso. El hombre sabe, que Dios le está sosteniendo y nada habrá de sucederle. Tampoco debe tener miedo de la Historia.
La "invención" de la fe, es la última adquisición del hombre moderno, para defenderse del terror de la historia.
"Nos permitimos comentar que, en estos tiempos, también hay quienes creen ser los "buenos". Nos parece que eso no ha cambiado. Los malos siempre son "los otros"....La diferencia es que esto termina aquí. Apenas a los buenos los asiste Dios y a los malos también, aunque de nombre diferente. Sin repercusiones en el Cosmos, sin resonancias sagradas. A lo sumo un temor "concreto" de perder la batalla por la posesión del arma atómica o del microorganismo capaz de diezmar al enemigo. Creemos que allí acaban todas las semejanzas.
Nada de épica, nada de héroe derrotado que lamerá sus heridas hasta la próxima batalla. Ningún carro de fuego como no sean los drones.
El hombre moderno, ha de ser un protagonista "involuntario" de la historia que nadie le dio oportunidad de construir.
A través de la fe, el hombre deja de sentirse un engranaje minúsculo de la historia, sin función ni trascendencia luego que la máquina del tiempo, termine devorándole"...
Hilosdepiedra.
Nada de épica, nada de héroe derrotado que lamerá sus heridas hasta la próxima batalla. Ningún carro de fuego como no sean los drones.
El hombre moderno, ha de ser un protagonista "involuntario" de la historia que nadie le dio oportunidad de construir.
A través de la fe, el hombre deja de sentirse un engranaje minúsculo de la historia, sin función ni trascendencia luego que la máquina del tiempo, termine devorándole"...
Hilosdepiedra.