Robert Sternberg, estudioso de la inteligencia, plantea que la mente procesa la información que recibe (del mundo y de nuestro interior).
Ella misma, no es un compartimiento estanco, sino que todo el tiempo está interactuando, con el adentro y el afuera.
Tiene recursos, capacidad, para seleccionar qué es lo importante. Tendrá la facultad del poder decidir el tipo de solución y posteriormente evaluar los resultados.
Propone que la inteligencia, tendría una especie de "componentes" (teoría de la inteligencia componencial). Esos componentes, a su vez, tendrían a cargo diferentes tareas, como la de comparar datos, asociarlos y hallar una solución, que, en definitiva, es una respuesta.
No menos importante, es la de relacionar la información que ya poseemos con lo nuevo adquirido para así poder, una vez establecido el o los nexos, comparar estos datos, y combinarlos una y otra vez hasta arribar a una conclusión válida.
Entre todos los componentes de la inteligencia, se establecerían conexiones permanentes, fluidas y cambiantes. Hasta aquí, lo que podría llamarse "inteligencia analítica".
Para el investigador, la experiencia juega un rol fundamental en cuanto a vincularse con la inteligencia. Del acople de ambas surgirá la que podría llamarse "inteligencia creativa", la manera de hallar una respuesta nueva, en base a datos nuevos y aquello que nos dejó la vida y que es diferente para cada uno, que es la experiencia. Esto es una de las cosas que aportará la gran variedad de soluciones, fruto de las experiencias transitadas por cada uno.
La adaptación, que ha sido comentada en entradas anteriores, será también otro ingrediente de la inteligencia, la cual continuamente hará el balance entre la ecuación mundo-mente.
Sternberg observa, en muchas situaciones, la inteligencia analítica, la creativa, deben cederle el paso al "pragmatismo", fruto de la inteligencia capaz de detectar y utilizar en nuestro provecho, las fortalezas y debilidades propias de cada uno, la inteligencia práctica.
El autor ha incorporado todos estos componentes, en la exploración de la inteligencia. Las pruebas utilizadas tradicionalmente se han visto enriquecidas cuando estos aportes son capaces de detectar algo muy valioso: el potencial que cada uno de nosotros tiene.
Lo anterior le ha llevado a definir la inteligencia exitosa como resultado de todo lo que la experiencia de la vida real puede aportar en la capacidad de los individuos para la resolución de problemas que sobrepasa, a veces lo referente a contenidos teóricos puros que puedan tener otras personas.
Otra de las observaciones que ha hecho, es la habilidad que han desarrollado algunas personas, para detectar los cambios que es necesario llevar a cabo en algo que ya existe, transformarlo y luego volver a instalarlo con éxito en el mundo. Se nos ocurre que esto forma parte del término usado comúnmente "olfato para los negocios".
Las anécdotas que describen la agudeza del que "ve" el negocio, intuye la oportunidad, y el resto que nos quedamos solo con las apariencias, mirando cómo apila el dinero.
La exploración de las diferentes cualidades de la inteligencia, deberá aprovechar, nos parece, todo aquello que puedan aportar otras disciplinas y establecer todas las correlaciones necesarias.