miércoles, 18 de junio de 2014

SOLO SE TRATA DE VIVIR


Sucede a veces, que encasillamos a los autores, ya sea porque lo que leemos de ellos pertenece a un género específico, o lo que llega al país son determinadas historias de ese autor, tal vez por que han demostrado venderse bien, o tal vez, el autor incursiona en otro género y llega igualmente, todo es posible,  sólo aventuramos...
Esto nos ha sucedido con un libro que leímos de Henning Mankell, autor de la colección del célebre Inspector Kurt Wallander, personaje del que hemos tratado anteriormente, en referencia al género policial negro.
Con este libro, "Tea-Bag", Mankell ofrece algo totalmente diferente, y captamos que es capaz de transmitir una buena dosis de poesía dramática, por momentos fantástica, en la prosa y en la narrativa de los fugitivos que han arribado a Suecia ilegalmente.
Tea-Bag, es el nombre que "decide ponerse" la joven negra prófuga de quién sabe qué país africano, solamente porque lo ve escrito en una caja, cuando alguien la interroga.
Como ella, hay varias mujeres en idéntica condición de refugiadas, en realidad prófugas de diferentes campamentos algunas, otras que al parecer no han pasado por los campamentos de refugiados son las menos, las que no han sido atrapadas y confinadas . Todas ellas por el azar, se pondrán en contacto con un poeta, sin demasiado éxito de ventas en Suecia, el que por otras razones también huye.
A esta altura uno se pregunta ¿Puede ser alguien prófugo esporádico en su propio país? Obvio que sí, el poeta así lo demuestra. Cuando desaparece de su casa durante días, se aleja de su novia y de su madre ambas demandantes y posesivas,  y de su editor,  los que han decidido invadir su vida por todos los costados que pueda tener una persona: Su vida íntima como hombre libre de decidir si va a tener hijos, su libertad como hijo ante los chantajes emocionales de su madre y su proceso creativo al imponérsele abandonar la poesía por el más rentable género policial, al que detesta. No es de extrañar que sea quien mejor se acerque a los relatos de las prófugas, presas continuas del terror a ser deportadas, sin los ansiados papeles de residencia, lo ubican en el mejor lugar para entenderlas, a ellas como emergentes y al resto de cientos de miles de anónimos refugiados que se esconden por toda Europa. Con el pretexto original de enseñarles a escribir, escuchará pasmado los relatos que se parecen, hasta confundirse en uno, de las huidas interminables, en botes, en cargueros de esclavos modernos, por caminos desolados, o en el peor de los casos, en camiones, a merced de lo que pueda sucederles, ya que el anonimato forzoso, las transforma en presas fáciles. Con igual maltrato y abuso por parte del europeo, que ya sabe de esto. El hambre y la pobreza omnipresentes, la nula posibilidad de trabajo siendo ilegales, lo que les condena a robar, a ocupar casas abandonadas, a ser detenidas y golpeadas, por la policía, que además, cumple la ley de inmigración que el Parlamento ha sancionado. El poeta conserva su nombre, vuelve de tanto en tanto a su casa, a su vida, no deja de ser quien es en ningún momento. Esa es la gran diferencia. Ellas, han debido olvidar sus nombres y sus países de origen. Ya nunca serán quienes fueron alguna vez. Atentas a las ofertas de asilo que van cambiando, según algún misterioso cupo, declararán pertenecer  a países que les son extrañoS, pero que adoptarán como propios hasta el próximo cambio, en su desesperación por conseguir los papeles de admisión.
Es, creemos, un libro que trata de la libertad. La libertad que es traicionada una y otra vez en la forma de acceder a los tratos que nos ofrecen en nuestros propios países, con papeles, impuestos pagos, y demás obligaciones ciudadanas, las posibilidades laborales, el ingreso que podamos conseguir, y las garantías que como individuos "libres" vayamos negociando. A eso le sumaremos, como el poeta, nuestras creencias, mandatos familiares y presiones de toda índole. Tal vez, nos volvamos cada vez menos sensibles, como las prófugas, para no sufrir cuando comprobamos todo lo que hemos retrocedido, a todo lo que hemos renunciado y renunciamos cada día. Para ellas y para nosotros, el miedo es una constante que nunca cede terreno. Hilosdepiedra.