La ceremonia de ofrecimiento de niños a los dioses se denominó Capacocha (Qhapaq Qocha).
En Chile, en el Museo de Historia Natural, se brinda información sobre el cuerpo de un niño de corta edad, en un enterratorio del Cerro El Plomo. Este cerro, se halla en los alrededores de Santiago de Chile. Aparentemente, representaría un sacrificio "impuesto" por la autoridad Inca.
El Tawantisuyo, o Imperio Inca, y los pobladores que se asentaron en las riberas del río Mapocho, consideraban sagrado al Cerro El Plomo. El niño hallado en 1954, se encontraba a cinco mil cuatrocientos metros de altura.
La curadora del Museo, Nieves Acevedo, interpreta el hallazgo como una ofrenda humana a la que el pueblo se sometía ante la autoridad Inca.
Las familias seleccionadas veían incrementado su prestigio social, al entregar un hijo o una hija, aunque, recalca la experta, "se vislumbran acciones coercitivas y subyugación a las decisiones de las máximas autoridades, representadas por el Inka, puesto que ante su voluntad, eran incapaces de oponer alguna clase de resistencia".
"Los exámenes médicos a que fue sometido el niño del Cerro El Plomo, sugieren que estuvo en contacto con grupos europeos, lo que situaría la práctica del sacrificio de niños también en fecha posterior a la conquista española del Cusco en 1522", describe el arqueólogo del Museo Rubén Stehberg.
El cuerpo del niño, estaba vestido con refinados atuendos textiles, y a su lado, se halló un tocado de plumas, una figura de plata y una ofrenda femenina.
En estas "montañas del Kollosuyu", en la parte sur del Tawantisuyu (Imperio Inca), se llevaron a cabo estas prácticas (Capacocha), que incluyeron la construcción de adoratorios en piedra, vestimenta de la víctima con sus mejores ropas, con ofrendas de estatuillas en plata y oro, cerámica, y en ciertos casos hojas de coca, alcohol, spondylus (conchas marinas provenientes de la costa del Pacífico) etc.
El hallazgo de la década, sin dudas constituye un verdadero tesoro arqueológico en la Provincia de Salta, Argentina. Constituido por los cuerpos de dos niños (varón y niña) de seis y siete años y una niña de quince con ajuar similar a los descritos para casos similares.
Se considera este enterramiento localizado en el Volcán Llullaillaco a seis mil setecientos metros, como el sitio arqueológico más alto del mundo. La expedición fue dirigida por el antropológo de Estados Unidos Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti.
Algunos datos acerca de estos cuerpos: ambos niños presentan deformación craneana y fueron denominados El Niño, La Niña del Rayo respectivamente. En cuanto al cuerpo de la niña de quince, se cree que podría pertenecer a una criada destinada a servirles y se ha denominado La Doncella (ver abajo).
"Los exámenes médicos a que fue sometido el niño del Cerro El Plomo, sugieren que estuvo en contacto con grupos europeos, lo que situaría la práctica del sacrificio de niños también en fecha posterior a la conquista española del Cusco en 1522", describe el arqueólogo del Museo Rubén Stehberg.
El cuerpo del niño, estaba vestido con refinados atuendos textiles, y a su lado, se halló un tocado de plumas, una figura de plata y una ofrenda femenina.
En estas "montañas del Kollosuyu", en la parte sur del Tawantisuyu (Imperio Inca), se llevaron a cabo estas prácticas (Capacocha), que incluyeron la construcción de adoratorios en piedra, vestimenta de la víctima con sus mejores ropas, con ofrendas de estatuillas en plata y oro, cerámica, y en ciertos casos hojas de coca, alcohol, spondylus (conchas marinas provenientes de la costa del Pacífico) etc.
El hallazgo de la década, sin dudas constituye un verdadero tesoro arqueológico en la Provincia de Salta, Argentina. Constituido por los cuerpos de dos niños (varón y niña) de seis y siete años y una niña de quince con ajuar similar a los descritos para casos similares.
Se considera este enterramiento localizado en el Volcán Llullaillaco a seis mil setecientos metros, como el sitio arqueológico más alto del mundo. La expedición fue dirigida por el antropológo de Estados Unidos Johan Reinhard y la arqueóloga argentina Constanza Ceruti.
Algunos datos acerca de estos cuerpos: ambos niños presentan deformación craneana y fueron denominados El Niño, La Niña del Rayo respectivamente. En cuanto al cuerpo de la niña de quince, se cree que podría pertenecer a una criada destinada a servirles y se ha denominado La Doncella (ver abajo).
No es de extrañar que varios expedicionarios, al ver estos cuerpos, coincidieron que parecían dormidos.
La Niña del Rayo (arriba), llamada así por que se interpreta que su cuerpo habría sufrido la acción del rayo.
El Niño (arriba), tiene un anillo de plata en uno de sus dedos meñiques. Conserva los pliegues de la piel y fue el primero en ser hallado, luego La Doncella y por último la Niña del Rayo.
Se exponen de a uno por vez en un recipiente especial a 20 grados bajo cero. Los detalles técnicos están accesibles en la Web, así como las alternativas de la expedición.
La Niña del Rayo (arriba), llamada así por que se interpreta que su cuerpo habría sufrido la acción del rayo.
El Niño (arriba), tiene un anillo de plata en uno de sus dedos meñiques. Conserva los pliegues de la piel y fue el primero en ser hallado, luego La Doncella y por último la Niña del Rayo.
Se exponen de a uno por vez en un recipiente especial a 20 grados bajo cero. Los detalles técnicos están accesibles en la Web, así como las alternativas de la expedición.