Rastrear un poco en la historia de los pueblos de Mesoamérica Precolombina, es adentrarse en un complejo laberinto de historias de guerras, dominación y ejercicio de poder, sumado a la fusión de pueblos y adopción de culturas. Hechos que vuelven fascinante y difícil el tratar de delinear ya que, según nuestra modesta experiencia, no hay manera de "recortar" la historia de un pueblo determinado sin "llevarse" fragmentos de la cultura que lo precedió. Así nos pasó cuando la emprendimos con un somero comentario sobre los antiguos pobladores de México.
Aztlán (tierra blanca en medio del agua), es uno de los nombres del lugar de origen de los Mexica . De allí deriva el segundo nombre de los aztecas. Según los mitos, su origen podría ser una isla lejana, como remota verdad histórica. Su arribo a la ciudad de Tula (anteriores entradas), los puso en contacto con el aprendizaje y conocimientos de dicha civilización. Esta Tula (actual estado de Hidalgo), significaría en sus vidas el paso del nomadismo a la vida sedentaria, gracias a sus habitantes, los pueblos toltecas (anteriores entradas).
Los sacerdotes mexica, interpretaron diversas señales como propicias, fundando su ciudad capital en el área de algunas zonas pantanosas (Tenochitlán), en honor al sacerdote Tenoch. Posteriormente se fusionan con habitantes de una ciudad vecina, Tlatelolco (de raigambre Tepaneca).
En verdad fueron parte de una derrota y pasaron a integrar la lista de pueblos sometidos en el futuro expansionista que se avecinaba a cargo de los Aztecas.
Persistieron fieles a su dios principal, Huitzlopochtli, conectado con la guerra y el sol, aunque ampliaron paulatinamente su panteón, conforme entraban en contacto con otros pueblos y sus creencias.
Así, adoptaron el culto de Xipe, (Totec, que significa nuestro señor desollado), una divinidad de la costa del Pacífico que se cubría con la piel de los sacrificados. También lo hicieron con la diosa de la Fertilidad y de la Tierra, Mayahuel, patrona del maguey y del pulque. El maguey, es el nombre dado a la planta de aloe y sus variedades. De ella extraían su jugo rico en azúcar y el que al fermentar, poseía cierta gradación alcohólica, obteniéndose la bebida llamada Pulque.
En este contexto, se ha generado uno de los emblemas de la civilización azteca, la Piedra del Sol, monolito donde está grabado el legendario calendario azteca. En él se encuentran las cuatro direcciones cruzadas, que confluyen en la imagen del rostro del Sol. Está rodeado por los símbolos de los veinte días del calendario ritual.
En un principio, Tenochitlán, la capital del futuro imperio, conformó una especie de Triple Alianza estratégica con otros dos centros Tlatelolco y Tucuba. Se configuró un estilo de Confederación de estados vasallos y tributarios. De la mano de Moctezuma II y los reyes de las otras dos ciudades vasallas y aliadas, avanzaron sobre pueblos vecinos para sentar las bases del poder absoluto que el futuro emperador, comenzó a tejer por esa época, transformando a Tenochitlán en la capital mas grandiosa, a orillas del lago Texcoco. Asentada sobre canales, una suerte de Venecia americana, con parques, zoológicos, templos, pirámides y palacios, en la que habitaban más de 250 000 habitantes. Abastecida de agua potable a través del acueducto desde la colina de Chapultepec.
Cuando arribaron los extranjeros de piel blanca y barbudos, Moctezuma II interpretó esto como el cumplimiento de la profecía de sus antepasados: el mito de Quetzalcoatl.
De mensajeros divinos que se les creyó, sólo fueron lo primero.