Tich Nhat Hanh, previene contra la distinción entre el bien y el mal de nuestros pensamientos, creando una lucha interior. Nada más lejos para el Zen que el conflicto y la oposición. Ni siquiera con el afán de "superación". Sólo reconocer la índole del pensamiento que acaba de surgir en la mente. Lo dicho, nada de juicios. Sólo reconocer su naturaleza. Si uno se ha alejado de la senda, debe reconocerlo. Si ha estado ahí, simplemente ha estado allí. Sin más. No hay un guardián: la mente, ni una entrada ni una salida de pensamientos. Dice el Maestro: eres tus pensamientos. Eres tu enojo, o tu felicidad. No hay mente-guardián, no entra ni sale un pensamiento. Es común pensar que los pensamientos, sobre todo si son malsanos, son ajenos a uno. No es así. Somos eso que pensamos en este momento. "La mente se experimenta a sí misma".
La ciencia utiliza la objetivación y la observación del pensamiento. Lo desmenuza. Esto no es aplicable a la meditación. Dondequiera que vaya la mente allí va la mente. Cuando está agitada, la mente sigue siendo mente. Cuando se observa a sí misma, no está obnubilada, es una verdadera mente, sin fragmentación, sin inquietud. Ver cómo surgen los pensamientos, como las burbujas.....
Empezar por la concentración en cada acto cotidiano, en un principio, no pidamos más.