Sullivan sostiene que el mito andino es como un holograma. No puede analizarse por partes. Cualquier parte de la imagen descompuesta "contiene" a la imagen entera. Cada parte contiene al todo. Por ello, no puede entenderse el mito andino si se sitúa fuera de su referente astronómico. Esto, por otra parte es lo que hicieron los conquistadores. Tal vez, y solo tal vez, de haberlo entendido, no habrían puesto tanto esmero en extirpar las creencias andinas. En cambio, se quedaron solo con lo que vieron superficialmente y arrasaron con los mudos testimonios de piedra y tanto más los rituales a sus ojos, resultados del animismo más primitivo.
Aún en la actualidad, en los Andes, existe la creencia que los espíritus de los muertos deben recorrer un largo y tortuoso camino, que incluye el cruce de un río turbulento. Como en otras culturas transoceánicas, deben pedir ayuda a un perro negro el cual los guiará a un pueblo lejano de la orilla del río. Allí habitan los antepasados. Los que han cultivado la maldad en vida no lograrán cruzar. El ingreso al mundo de los muertos es a través de grandes puertas. Una muestra del sincretismo post-conquista es que al río lo mencionan como Jordán. Extrañamente el puente por el que deben cruzar está hecho de cabellos.
El tema del perro es muy antiguo ya que en las tumbas se han encontrado perros momificados.
El sacerdote de la conquista Arriaga, en su época combatió la costumbre de criar perros negros los cuales eran sacrificados al morir el dueño, con propósitos funerarios.
Esto nos trae a la memoria el Can Cerbero mitológico que defendía la laguna Estigia que las almas tenían que cruzar.
De todas formas, la teoría aportada por el autor, sostiene que el camino que conduce hacia arriba toma el ramal asociado al Norte de la Vía Láctea y que se corresponde con el solsticio de junio y el camino del mundo de abajo toma el ramal correspondiente de la Vía Láctea asociado con la dirección Sur y el solsticio de diciembre, siempre siguiendo el curso de la LLama (mencionada en entrada anterior).
Con paciencia, vemos como todo va concatenándose. Aparecen las escaleras, los puentes, "La Chakana" (entradas anteriores), la cruz escalonada, en realidad la escalera para subir o bajar los dioses y los hombres en su intento de contactarse.
En el Corán se menciona un puente que deberá ser cruzado tan fino como un cabello, o una cimitarra.
Los nórdicos, guerreros de a caballo debían ingresar a otros mundos cruzando el puente de Befrost, que se extiende de la tierra hacia el cielo. Los muertos debían cruzar la corriente de aguas rápidas a través de la puerta de Helgrind. Curiosamente, al igual que los Andes, esta puerta permanecía abierta cuando el muerto regresaba a la tierra. Pero estas son otras historias, las del regreso anual de los muertos. Sencillamente enumeramos algunas similitudes que van surgiendo en nuestras búsquedas. El camino, al decir de Sullivan que conduce al inframundo es de doble vía.
A los perros-guía, se le llama "canino psicorritual".
Los aztecas tenían los "nueve ríos" protegidos por un perro y un dragón verde.
El sapo y el perro según la creencia andina, son animales poseedores de un espíritu que sobrevive a la muerte. El sapo, conduce el alama al cielo del sur, donde habita, y vive en el mundo de abajo. El sapo, es una pequeña nube negra cerca de la Cruz del Sur.
De puentes y de perros, la mitología universal está más que rebosante. Faltaría explicar, por ejemplo, prescindiendo de una "mente universal" el fenómeno de tantas semejanzas, habida cuenta que el pasaje terrestre a través del estrecho de Bering, desapareció hace más de 11000 años.
Tenemos la sensación que quedan muchos puentes por cruzar, antes de hallar respuestas a la incógnita que plantean los distintos mitos.