martes, 31 de marzo de 2015

LA GRAN MAQUINARIA



Nuestros resúmenes nos han conducido a un capítulo de una obra que todavía no hallamos. Inútil maraña y tamaño desafío.
Este capítulo se llama "La despersonalización del hombre": "Todo ser viviente quiere vivir. Realizarse en su peculiaridad hasta alcanzar su plenitud dentro de una totalidad trascendente".
Sigue, "El hombre sustituye una primitiva instalación en el Ser por un mundo que le da seguridad y cuyos resortes estén en sus manos.Así va disminuyendo su contacto con el Ser y va perdiendo su propio ser del campo de la conciencia".
Cuanto más se identifica con sus obras y creaciones, más va siendo deglutido por ellas. Víctima de las estructuras impersonales que él mismo creó, él mismo viene a quedar cosificado sin posibilidad de tomarse en serio como ser trascendente.
Cuanto más se cosifica, más se despersonaliza. En todos los campos de la existencia, en particular en el del trabajo, ES JUGUETE DE UN MUNDO ORGANIZADO. Llega a transformarse en un ENGRANAJE en el mecanismo de RENDIMIENTO Y PRODUCCION.
Su misión es la de FUNCIONAR, quedando reducido a ser un simple FUNCIONARIO.
Sus sufrimientos y aspiraciones a conservar su autenticidad sólo interesan en la medida que puedan repercutir en el FUNCIONAMIENTO  de la GRAN MAQUINARIA.
Para poder afirmarse en el mundo, deberá renunciar a su alma, deberá achicarse para poder ser herramienta o pieza de recambio.
Funcionará sin roces, de esta manera, bien adaptado a las exigencias del mundo organizado.
Interiormente no logrará adaptarse, viviendo una vida "inauténtica", buscará apoyo en aquello que pueda mitigar su sufrimiento: los paraísos artificiales, físicos y químicos. Así podrá permanecer en sus actividades equivocadas.
Sacrificará su libertad, sin interpretar su sufrimiento como síntoma de errores cometidos y una incitación a cambiar de método. Ilusionado con su vida, sin estridencias y sin espacio para la profundidad trascendente.
Se creerá libre porque no cae en la cuenta de su falta de libertad.
A pesar de esto, el hombre está anclado en lo trascendente, y al final, a pesar de la represión, esto va a asomar a la luz y va a revelarse.
El hombre enferma cuando la individualidad es reprimida, cuando la racionalización de la vida exija sacrificar los impulsos profundos del ser. La energía profunda reprimida, aflora en forma de agresión inconsciente y surge como depresión e inhibición.
Cuando ya nada le sirva, deberá volverse a su interior, sin evasiones, buscando nuevos caminos, que siempre han estado allí.