Antes de iniciar la clase de Yoga, hacemos unos minutos de meditación en Za-Zen. En nuestro caso es previo a la meditación que guía la Instructora la que a la posición de Za-Zen agrega el mudra más frecuentemente usado, el de la oposición de los dedos índices y pulgar.
Así estábamos cuando, como un relámpago irrumpió la imagen (otra vez) del águila con el pollo en sus garras.
Relámpago en el que vimos al pollo como un lastre. Simbolizando aquellos apegos a los cuales estamos aferrados y que nos han causado tanto sufrimiento.
El apego, por lo general, es asociado con todo aquello que nos produce intenso sufrimiento de solo pensar en perder. Tanto sean personas y afectos como posesiones materiales, en mayor o menor medida, tenemos apegos de diversa índole.
Menos frecuentemente comprendido, el apego también se centra en personas y hábitos o posesiones que no implican amor o necesidad básica, sino dependencia. Personas que nos perjudican, nos manipulan, incluidos las diversas clases de maltrato.
Incluye también los hábitos dañinos que no ayudan al crecimiento personal, comprendiendo lo relacionado con la salud física y psicológica.
Es útil, tal vez, repasar a diario, los apegos de toda clase. "Ver" y apreciar su existencia. Pueden ocupar unos minutos en la meditación diaria, sólo contemplándolos. Sin juzgar, sin enojo por su existencia, sin apenarse porque todavía permanezcan con nosotros y en cierta forma nos sometan, cada cual a su manera.
Habiendo sido conscientes de ellos, estaremos atentos, ya en la vida cotidiana a su aparición y persistencia a lo largo del tiempo, así con aquellos que nos acompañan desde siempre. Una instructora de Budismo Zen nos describió su manera de "manejar" el apego: "Sé que los seres que amo pueden y van a desaparecer, ésta es mi forma de encarar el apego en este tema tan personal y delicado, más no avanzo. Para mí eso es suficiente".
En muchas instancias hemos perdido trabajos que necesitábamos, nos ha costado mucho "contemplar" la nueva situación de carencia, de disminución de ingresos aceptándola y nos sorprendimos lamentando y añorando las épocas en que disfrutábamos de esa situación laboral. El agua pasada, se llevó la "fase aguda" de la pena y en muchas ocasiones pudimos olvidar y esos trabajos quedaron en el olvido, pertenecen al pasado. Han aparecido oportunidades nuevas y otros nunca han sido reemplazados, pero mentiríamos si dijéramos que seguimos lamentándonos.
En el momento actual, el no-apego lo practicamos sabiendo que cada día pueden avisarnos que se esfumó un trabajo y que en principio será reemplazado con la tarea de aceptar el hecho.
Habrá casos en que el peso de nuestro pollo, va a impedirnos levantar vuelo. Atentos esperamos estar.