La meditación de hoy, recurrimos al Koan (ver entradas anteriores), la antigua propuesta: "Camino al lado del burro que monto".
¿Puede ser eso posible?. No, en nuestro mundo "lógico". Ambas si son simultáneas, son propuestas "excluyentes". O caminamos a su lado o lo montamos. No ambas a la vez. Eso es en esencia un Koan. Una herramienta zen que aplasta, aniquila el pensamiento lógico habitual. Anula el trayecto del razonamiento "lógico".
Así las cosas, y siempre en zazen, esto es la postura sentada que adoptamos para meditar, salta a la conciencia una "propuesta" zen. Sabemos que el Zen ni propone ni deja de proponer. Surge, por así decir, la propuesta: ¿y si la mente fuera el burro? con todos los atributos del burro. Reacio, caprichoso, perseverante en sus obsecación, reticente a abandonar el lugar en el que ha decidido "plantarse", escurridizo cuando así lo desea, para que nadie lo monte, lo domine, dando la sensación que es montado y al menor descuido, zaz, otra vez nos vemos caminando a su lado, intentando montarlo y cuando por fin lo hemos logrado, otra vez estamos a su lado, intrigados, preguntándonos: ¿cómo llegamos acá? caminando y montados, montados y caminando, hasta que no podemos discernir en qué momentos estamos en ambas posiciones o en ninguna.
Este es el camino del dominio de la mente sin esfuerzo. Nos transformamos en asombrados jinetes y caminantes. No podemos creer la magnitud de su poder, como el del burro esquivo, el burro que nos confunde a cada instante. Así nos vemos arriba y abajo a la vez.
¿Será posible que nos ubiquemos por decirlo de una manera, en algún plano diferente con respecto al burro? Si, Cada vez que optamos por un pensamiento, por una opinión, por un juicio, por una decisión, habremos optado por caminar a su lado o montarlo. En ese momento, habremos renunciado a seguir jugando el Juego del Burro Esquivo. Hilosdepiedra.