Acotara Jung que la naturaleza que permaneció idéntica en magnitud e integridad (años ha), no exigió más que se obedeciera a lo instintivo. Nada más hacía falta y de allí observa que las sociedades llamadas "primitivas" son por esa razón inmutables a lo largo de su historia. En cuanto empieza, según Jung a adoptar patrones externos, la conciencia se amplía y se inclina hacia la autonomía. Con reparos, y obvia humildad por nuestras limitaciones, observamos que, la adhesión "voluntaria" a patrones culturales foráneos, no siempre amplía la conciencia en cuanto a creatividad u originalidad. No vamos a discutir su observación. Tampoco vamos a acallar lo que va surgiendo de nuestro lado. No sabemos si adoptar parámetros culturales externos, sin discusiones, sólo porque viene de otro lado, enriquece. Los viejos dioses desaparecieron cuando se abrieron los pueblos a lo nuevo. Nos parece que, en ciertos casos, para ser reemplazados por nuevas divinidades. El nuevo poder del Rockstar.
Sí acordamos que la voluntad consciente es fruto de una conciencia amplia e independiente. Por otro lado, no estamos convencidos que los nuevos dioses vengan de la mano de una amplitud de conciencia que a su vez, nos conduzca a experimentar libertad. Acá Jung introduce a Hybris, la transgresión de los límites impuestos por los dioses. Hace referencia a la rebelión contra los antiguos dioses, imágenes primordiales. Establece la para nosotros constituye una genial expresión: LIBERTAD PROMETEICA. Acaso fue necesario el impulso violento de arrebatar algo destinado a los dioses, aunque luego ya sabemos como acabó la decisión de Prometeo (encadenado al Cáucaso). Promesa cumplida y el fuego fue nuestro.
Este símbolo poderoso, se nos ocurre, nos muestra que la libertad, cualquiera que fuese su plano, tiene el precio que de antemano, hay que saber si va a poder pagarse. Una vez acordado el precio, nuestro fuego robado no debiera apagarse.