En la sesión de meditación de la mañana, surgió la imagen de un acuario, cuando nos rozó el tema de la mente y los pensamientos.
La mente podría ser asimilada con el agua que contiene la pileta y los peces, podrían ser identificados con los pensamientos. Así como los peces, los pensamientos surgen a veces en cardúmenes que enloquecidos siguen un rumbo frenético y errático.
En otras ocasiones, nadan tranquilos, ondulantes, se cruzan con otros sin rozarse siquiera, cada cual a lo suyo. Contenidos en el agua, la diferencia es que la mente, a veces acompaña estos movimientos, no es "surcada" sin huella por rumbos invisibles. La mente se incorpora y trata de "bucear" en el interior del pez (otra diferencia con el agua), ambas cosas no debieran estar presentes en el zazen. Por ello, es que adoptando la actitud de quien va al acuario, solo deberíamos poder observar a los peces y sus movimientos. No nos zambullimos en el agua o tratamos de capturarlos, como hace la mente con los pensamientos, involucrándose con ellos, y creando problemas, unos adentro de otros, como remolinos estériles, que lo único que contienen son burbujas.
El zazen es hacer eso. Situarse por fuera del vidrio, ver el agua y los peces que por ella nadan.