sábado, 20 de diciembre de 2014

LA SOPA DE PIEDRAS



Un hombre de condición muy humilde y escaso saber, se retiró a una cueva en la montaña, trabajando en su iluminación. Hizo una cama de olorosas espinas de pino. Para la comida recogía piñones y sacaba raíces de la tierra. Con arcilla se hacía un puchero y después de cocerlo al fuego, podía hervir nieve para hacer té y sopa.
Cerca de su cueva había una aldea pequeña y cuando el invierno se estaba terminando y la gente agotó sus provisiones, comenzaron a acudir a él rogando comida. Les daba lo que podía y les enseñaba donde estaban los mejores pinos y raíces, pero muchos estaban demasiado débiles para buscar comida. Peor, aún, en su hambre, todos se volvieron tacaños, egoístas y poco dispuestos a ayudar.
El hombre tuvo una idea. Sabía qué hacer. Hizo un gran puchero de arcilla y lo llevó al centro de la aldea. llenó el puchero con nieve y prendió fuego bajo él. Naturalmente todos los aldeanos vinieron a ver lo que estaba haciendo.
"Hoy, anunció, les enseñaré cómo hacer sopa de piedras". Todos se rieron. No es posible hacer sopa de piedras. pero el hombre escogió varias piedras de la falda de la montaña y después de lavarlas cuidadosamente, las echó al puchero.
Entonces, del bolsillo de su gastado abrigo, sacó unos piñones y algunas raíces secas.
Uno de los aldeanos dijo: "Necesitas algo de sal para la sopa".
"¡Ah! dijo el hombre, No tengo sal".
"Yo sí, dijo el aldeano, correré a casa y la traeré.
Otro aldeano dijo: "Sabe, por casualidad, tengo un repollo en mi bodega. ¿Le gustaría incluirlo en la sopa?".
Y el aldeano corrió a casa para ir a buscar su viejo repollo.
Otro aldeano le ofreció dos zanahorias secas mientras que otro recordó una cebolla que tenía guardada. Puñados de arroz vinieron de muchas casas.
Unos pocos más de vegetales viejos, un pequeño apio silvestre, un poco de pimienta, y entonces, para el deleite de todo el mundo, el delicioso olor de la sopa llenó el aire.
¡La gente trajo sus cuencos y comió con placer! Había sopa para todo el mundo. Todos estuvieron de acuerdo: ¡Qué hombre más inteligente que es capaz de hacer esta delicada sopa de piedras! Le agradecieron al hombre su receta, cuyos principales ingredientes eran amor y generosidad.