viernes, 5 de diciembre de 2014

LA MENTE JAURIA



Otro tipo de mente, la persecutoria ( ya comentamos la mente caballo), es la que se podría llamar la mente -jauría.
Está bien establecido que casi siempre, pensamos las mismas cosas a lo largo del día. A la mañana siguiente, apenas nos tomamos un respiro para volver sobre el/los mismo/s tema/s. De manera que "nuestros pensamientos" varían bastante poco a lo largo de una jornada. Así día tras día. Por lo general son asuntos no resueltos, mal resueltos, y en todos ellos,  impera "la incertidumbre". Podría decirse que es una arista del miedo. Una de sus tantas caras. De modo que la misma mente se transforma en la jauría de lobos que al detectar el rastro de la presa herida, la huella ensangrentada, allá va tras ella, sin tregua. Así la mente jauría, persigue a lo largo del día, acercándonos los mismos pensamientos, más o menos tenebrosos, acuciantes, angustiosos, preocupantes y llenos de incertidumbre difícil de sobrellevar. 
Un Maestro dijo una vez, que es muy importante diferenciar un problema y una verdadera tragedia. Muchas veces, agigantamos las proporciones de los problemas y terminan devorándonos, paralizándonos, llenándonos de angustia. Recordar, estar atentos a las verdaderas proporciones que éstos tienen, lo cual es costoso.
Es un resorte nuestro poder con la jauría. Detener la retahíla de los mismos pensamientos cotidianos. Para eso, hay que estar atentos. Alertas a la aparición de la jauría. No dejarla que avance, ni siquiera un poco. Con el ritmo de la inspiración/expiración, focalizaremos los movimientos de nuestro abdomen. Seguiremos el curso del aire, cómo va entrando suavemente por los orificios nasales. Podemos efectuar cualquiera de los ejercicios de conteo. La finalidad es detener la carrera persecutoria. Frenarla al instante que la detectamos. 
Los Maestros de Meditación, sostienen que haciendo esto toda vez que traten de asaltarnos los pensamientos angustiantes, el echar mano a la respiración va a formar parte, en pocas semanas de un circuito "automático" de autodefensa y protección. 
Podrá apreciarse la diferencia entre "reprimir" los pensamientos, que implica violencia y coerción, y la puesta de atención en el aire que empieza a llenar nuestros pulmones, cómo los expande, y cómo va saliendo. Observaremos que nos invade una sensación de tranquilidad que posiblemente antes estaba simplemente ausente.
Cuando por fin podamos sentarnos a meditar, al caer la luz del sol, tal vez podamos regresar la jauría a las profundidades de la cueva....