domingo, 10 de agosto de 2014

ZA-ZEN: POSTURA, RESPIRACION.



Según las enseñanzas de Mestro Hsu-Yun: Nube Vacía:
Puede hacerse meditación al caminar o trabajar, aunque si nos sentamos para meditar,  deberíamos ser cuidadosos en la actitud reverente y respirar adecuadamente sin forzarnos.
Jon Kabat-Zinn la define como una actitud de "dignidad", que no tiene que ver con el orgullo.
La meditación no es un régimen terapéutico, aunque se deriven de esta práctica beneficios apreciables. Es un verdad, un ejercicio espiritual. Las frustraciones, las alteraciones fisiológicas no son los motores de su práctica.
En realidad, no hay motor, no hay motivo para sentarse cada día, en cuanto a motivo "mundano". 
Hsu Yun aclara: "meditamos para trascender el ego-conciencia". Sabe que puede desconcertar. Por lo general, la sentada de meditación va acompañada de sensaciones de paz y tranquilidad. Pero, como sostiene el Maestro, "quietismo no es meditación", "acorralar un caballo salvaje no le hace manso ni reaccionar a las riendas. Puede reposar durante un rato y parecer tranquilo, incluso puede comenzar a pacer. pero cuando se abra la puerta se escapará tan salvaje como siempre".
Antes de entrar en meditación, nos recuerda, siempre estamos despiertos y alertas. La mente concentrada en nuestro ejercicio de meditación. Después de alcanzar el estado meditativo, se experimenta un especie de vértigo, común a los practicantes de todas las religiones: Enfermedad del Chan (Zen), o Locura Divina. El quietismo en sí, produce una inactividad de zombi que no tiene que ver con el Zen. Si estamos inquietos o excitados, no deberíamos comenzar un ejercicio de meditación. Mente y cuerpo deben llegar relajados. El enojo, puede ceder ante la introspección y aplicación de la aceptación y el perdón, que ayudarán a recobrar la compostura, pero si la angustia persiste, deberemos suspender y tratar de resolver el problema por otros medios. Regresar recién cuando hayamos resuelto el problema.
El Método de la vara de incienso: si la agitación experimentada fuese temporal y circunstancial, quemaremos una vara de incienso. Sencillamente, nos sentaremos en silencio y miraremos como arde, durante dos centímetros. Si en este tiempo, no recuperamos nuestra compostura, deberíamos dar por terminada la sesión meditativa.
Podemos intentarlo más tarde.
Si durante el transcurso de la meditación, surgen pensamientos perturbadores o la respiración es incorrecta, deberíamos volver al método de la vara y permitir a la mente y a la respiración que se asienten.
No permitir que el dolor provocado por una postura persistan. El dolor inicia una respuesta de alarma, bajo tales condiciones la meditación no es posible.