Continuando con "Las Eneñanzas del Maestro Hsu Yun: Nube Vacía", volveremos a enfocar el tema: Resistiendo el impulso de abandonar.
"Antes o después nos sucede a todos" sostienen las enseñanzas. Más frecuente en los principiantes que en los avanzados, nadie se libra de la curiosa "sensación que hay hormigas en el almohadón de meditación". Metáfora empleada para describir la inquietud física que se apodera de nosotros, que nos impulsa a levantarnos, que nos hace sentir una necesidad imperiosa de dar por terminada nuestra sesión destinada a la meditación.
A veces no son las "hormigas", son las cosas que aparecen de repente, que debemos hacer sin dilación. Cosas que olvidamos terminar, guardar, buscar, preparar etc. que hacen imposible continuar con el za-zen.
La pregunta sería: ¿Cómo podemos mantener nuestras buenas intenciones?, ¿Cómo podemos prevenir nuestra resolución de renunciar bruscamente a nuestra práctica?.
Sostiene la enseñanza que lo primero es reconocer que nos estamos tendiendo una trampa a nosotros mismos.
Reconocer que hemos partido de un propósito de destinar X tiempo a la respiración, luego otro tanto a la meditación. Paulatinamente hemos ido "recortando" nuestras aspiraciones iniciales....
Recuerda el cuento del moribundo. Hallándose postrado en su lecho, el moribundo angustiado, prometió a Buda Amitaba: "perdona mi vida, Señor, y venderé mi casa y le daré a los pobres todo lo que obtenga de su venta". Todos sus amigos y familiares le escucharon hacer esta promesa. Entonces, milagrosamente, comenzó a recuperarse. pero a medida que su condición mejoraba, su resolución comenzó a disminuir. Cuando estuvo completamente restablecido, se preguntaba por qué habría hecho tal promesa. Pero ya que todo el mundo esperaba que vendiera su casa, la puso en venta.
Además de la casa, vendía el gato de la casa. Vendió todo por diez mil y una monedas de oro. Una promesa es una promesa. Así que dio una moneda de oro a los pobres. Esto fue por lo que vendió su casa. El gato, como se ve, era un gato muy costoso.
Cuando no queremos hacer algo, las cosas más triviales se hacen muy importante. El gato tuvo un precio diez mil veces superior al de una casa.
El Maestro insiste, deberíamos recordar a este hombre cada vez que deseamos saltar del almohadón, y cortar nuestro programa antes de haberlo finalizado.
Tampoco sirve enfocar este tiempo como un sacrificio. Debería ser el tiempo más valioso del día.