Los autores que hemos consultado y leído, desde el principio, coinciden, para definir "la tarea del Zen", como la que tiende a identificarse en forma progresiva con la propia esencia. Desde ya que el punto crítico alrededor del cual gira esta tarea, es "el desmantelamiento del YO" (K. Durckheim), el cual agrega que esta expresión despierta "múltiples y encontrados sentimientos". Desde la desconfianza propia de nuestra cultura occidental de transformarnos en algo así como autómatas, despersonalizados, temor a quedar "disueltos en la nada misma" y otras consideraciones por el estilo.
En realidad se trata de la Transformación del YO volcado al mundo, explica el autor, en el YO anclado en la propia esencia profunda. Continúa..."no se trata de la negación del mundo, sino en la superación del apego a él".
"Demoler el YO, significa hacerlo con el pequeño YO, ansioso de poder, de hacerse valer, apegado a lo que posee y ansiosamente consagrado a la seguridad, al éxito, a la propia posición".
Ese YO que deje de ser el que comande nuestra vida, es "el prerrequisito de toda realización en el campo del espíritu objetivo e incluso de la personalidad en cuanto portadora de un mundo coherente, de un mundo de valores auténticos y de auténticas realizaciones de la vida".
Desde el arribo de la Psicoterapia, el YO se ha consensuado que tiene una cualidad que es el vigor para tener una sana evolución humana. Son muchos quienes padecen de un Yo excesivamente fuerte o excesivamente débil. De modo que el ZEN, cuando habla del desplome del YO, "siempre se refiere al predominio de ese principio estático y posesivo que le impide una verdadera experiencia de su ser". El apego, es uno de los núcleos de ese YO posesivo, el afán de poseer, su consecuencia, y el resultado es el bloqueo de una energía creadora y liberadora. De esto derivan las tres fallas a que hace mención el budismo: la ignorancia, la codicia y el odio.
"Asegurarse mediante conceptos seguros y sólidos, por otro lado, ya es un apego a algo", ¡Cuidado!.
Así, los Maestros no se cansan de repetir:" Casi más peligrosos que los conceptos sólidos y rígidos, son la imágenes e ilusiones fijas que hemos forjado a lo largo de la vida"....
Nos advierten que hay otra forma peligrosa de apegarse: "el hábito uniforme de nuestras actitudes y de nuestras formas de actuar y hablar". Nada provoca más temor que abandonar hábitos arraigados y falsas actitudes. Eso es apego.
Nuestra visión del mundo, en tanto que "cristalizada" bajo los conceptos con los que la enunciamos, eso es apego.
La persistencia de nuestras actitudes arraigadas en conceptos de los que ni soñamos sacudirnos, eso es apego.
Todo lo anterior, es el producto de un aglutinante: el YO.
El es "el guardián de la fortaleza", el que teme el dolor, busca el placer con ansia, que ansía poseer y afirmarse de continuo.
"El Zen trata de reconducir al hombre hacia su ser original".
Para ello, el Zen comienza la demolición del YO, a través del agotamiento de sus energías objetivas, retrayendo ese YO a través del recogimiento del Za-Zen en el que el YO cesa su actividad y continuo afán. En el Za-Zen es posible experimentar su agotamiento, su carrera por objetivos y todas las características mencionadas del YO.
También propone el Zen, lo que ya hemos descripto, acerca de la utilización del Koan: aquel problema que no tiene solución racional. "la conciencia se libera al estrellarse contra el muro infranqueable de la solución racional inexistente o elusiva del Koan".
Es en este punto que eclosiona una nueva conciencia. La visión objetiva del mundo, adquiere de pronto un sentido más profundo, es allí donde el hombre puede atisbar una existencia propia unida a algo más profundo que está más allá de la vida o de la muerte.
"Más allá del YO y del mundo", más allá del "esto y aquello".
Una vez más: todas las técnicas al servicio del hombre y que están para su transformación, tienen en común el que pueda lograr esa nueva existencia: las artes guerreras de tiro al arco, la esgrima, el cultivo de las flores, la ceremonia del té etc. Todos ellos con la respiración correcta, la postura adecuada, y el silencio.
El hombre que practica algo de esto, se sacude plenamente "el YO, angustiado y obsesionado por el éxito".... sin empeño, sin esfuerzo...