martes, 27 de enero de 2015

LAS PLUMAS AMARILLAS


Una granjera, quien sufrió una intensa  y prolongada nevada en la región donde tenía su propiedad, tuvo que hacer frente a la emergencia. De esta manera, se afanaba todo el día tratando de dar alimento y abrigo a sus animales, a los que día a día veía mermar en su peso, estando bastante alicaídos.
Desesperada, no halló otra solución que encargar a un zorro hambriento que merodeaba por los alrededores de la granja, de custodiar y dar calor a la camada de pollitos que habían nacido muy recientemente, y que al estar muy delgada su gallina, temía que murieran de frío, ya que apenas podía con sus huesos, la pobre.
El zorro se mostró complacido con ese acuerdo. 
La granjera tomó una caja puso un montón de paja en su fondo y la mayor cantidad de granos que pudo, luego colocó a los pollitos y se los entregó al diligente zorro.
Este abrazó la caja con fervor. Tanto fervor para darles calor, explicó.
La granjera suspiró aliviada y pudo así dedicarse a las otras cuestiones acuciantes de la granja.
Pasaron un par de días y al cabo, recién halló el tiempo para acercarse al cobertizo. Allí dormía plácidamente el zorro, abrazado a la caja.
Se acercó en puntillas la granjera y comprobó con alarma que la caja estaba casi vacía. En el fondo había briznas de paja, granos y plumas pequeñas y amarillas.
Furiosa, despertó al zorro quien ahogando un bostezo, la miró asombrado y luego se asomó a la caja a la que todavía abrazaba. 
Muy sorprendido abrió sus ojos interrogándola con sus cándidos ojos amarillos. De pronto un golpe de tos le sorprendió. Varios golpes de tos y plumas amarillas flotando.

Hemos cambiado un tanto la historia pero no su esencia.
La esencia del zorro es inmutable.
Así, nos parece que es la esencia de la mente.
Su esencia es el movimiento continuo, todas sus maravillosas capacidades, de recordar, relacionar, seguir, recortar, editar, imaginar etc. etc.
Darle la potestad de controlarse, estándose quieta, es contradecir y forzar su esencia. Es como darle el custodio de los pollitos al zorro.
Por eso pensamos que es la conciencia quien debe tomar el mando de la mente cada vez que meditamos. Solo ella puede con la mente. Puede aquietarla, puede mantenerla tranquila, reposada y en equilibrio. Puede ver cada vez que la mente intenta hacerse con el control. Los pensamientos son esas plumas amarillas.