martes, 13 de enero de 2015

LA LLUVIA Y LA SEMILLA

EL BUDA DURMIENTE


Un fragmento de "El Sutra de Hui Neng": 

"La semilla de Buda latente en nuestra mente
Germinará al arribo de la lluvia que todo lo penetra.
Habiendo alcanzado intuitivamente la "flor" de la doctrina,
Uno está destinado a cosechar el fruto de la Iluminación".

KarlfredDurckheim en  "El Zen y Nosotros", analiza el cambio que se produce luego de haberse abierto a la sabiduría del Zen.
A partir de su propuesta se nos ocurrió:
Todo lo que antes era obvio del mundo, ese supuesto poder que creíamos tener sobre algún aspecto de nuestras vidas se ha esfumado.
"La verdadera vida aflora luego de volver de ese rapto de intuición fugaz pero revelador", se nos ocurre.
Como cuenta la historia zen, "el árbol dejó de ser el mismo cuando me iluminé. luego...volvió a ser el mismo".
Esta insatisfacción que nos sacude, sabemos que se acentúa cuanto más hacia afuera nos volcamos. "No hay riquezas en el mundo capaces de colmar el vacío", sostiene el autor.
Nos anima a dejar "entrar" en nuestras conciencias el hálito renovador del Zen. Desechar las pasadas y rígidas estructuras que nos confirieron los pesados hábitos, lo condicionado, lo ajeno y pensado por otros. Por eso el Zen es renovador e intransferible, pensamos. Al carecer de toda regla, de todo condicionamiento, asentarse solo en la experiencia, ésta es única para cada uno que lo intentemos. Por eso no hay un camino que haya sido transitado por otros, sostenemos, como podemos. Como podemos vamos haciendo éste, nuestro camino, "día por día". Cada jornada será diferente. Nunca dormimos igual ni nos despertamos igual. No es novedad que el cerebro se apegue a la rutina. Ahora se sabe que es para ahorrar glucosa (energía). Sabemos que es todo un reto cambiar constantemente la forma de hacer algunas cosas. Con más razón, la forma de enfocar las cosas. Nuestra rutinaria manera de "pensar" las cosas, de repetir los slogans que hemos ido acumulando con el tiempo. Aferrados a nuestras convicciones, éstas se terminan transformando en prisiones, cada vez menos creativas. 
Ultimamente, consideramos en el día cuantas veces nos tropezamos con oportunidades. Lo que antes nos irritaba, nos contrariaba, podemos verlas desde la oportunidad de hacer un pequeño cambio favorable. Descubrir el ángulo que se oculta detrás de la opinión archiconocida.  
Nos planteamos: ¿Para qué puedo usar este contratiempo que ha surgido? Esta fila enorme de gente malhumorada, ¿me aporta algo? ¿Quiero sumarme al enojo generalizado o por el contrario busco mi camino, estrecho pero más satisfactorio? ¿Hacerme eco de las protestas generalizadas, va lograr que deje de sentirme frustrado al cabo? La respiración planteada por los maestros para que experimentemos...¿no será éste el momento ideal para hacerlo?
Nos acordamos de la flexibilidad ante los vientos de las palmeras. los vientos son inevitables, muchas veces. ¿Sirve de algo aguantar de pie firmes?.
El autor sostiene que los elementos propios del Budismo Zen, no son solo orientales sino algo de una significación "profundamente humana".
Hemos leído que uno no tropieza con el Zen. Más bien, el Zen tropieza con uno. 
 Repetimos una vez más: "¡Ay de aquellos que buscan en la lejanía
y no conocen lo que tienen junto a sí!
Se parecen a los que están nadando en un lago de aguas limpias y dulces y se mueren de sed.
Hijos del más rico y excelso, se enfangan, sin embargo, en la pobreza..." ( Variantes del Himno de Hakuin, maestro del Zen).