jueves, 23 de octubre de 2014

LA HUELLA ORIGINAL



Mary Rothbart, ha sido capaz de aunar su tarea como observadora de la vida cotidiana y a la vez no perder de vista el valor de la investigación y observación de campo. 
Supo conciliar, asimismo, sus tareas en relación a sus funciones maternales, sin renuncia a lo académico.
Tradicionalmente, Galeno describió los famosos cuatro humores determinantes del temperamento del niño y futuro hombre.
En verdad, un filósofo griego, cuatro siglos antes ya había hecho la observación. Su nombre, Teoprasto, discípulo de Platón y Aristóteles, describió similares atributos para los temperamentos básicos. Las ideas de Galeno, sin embargo, estuvieron vigentes durante la Edad Media y el Renacimiento, que no es poca cosa.
En cuanto a Rousseau, difundió la idea de la igualdad de nacimiento, y la decisiva influencia de lo social, educación y medio en el que se desenvuelve el niño para definir sus características y sus cualidades.
El debate es interminable acerca de lo innato versus lo adquirido.
A pesar que empezaba a gestarse la idea de que algo atávico (ligado a lo ancestral), debía portar el hombre a semejanza de los animales.
En USA, el psicoanálisis expresó corrientes de pensamiento que quedaron fijas por años. Las teorías Psicoanalíticas sostenían que si los niños quedaban definidos antes de los seis años, eran las madres las artífices de lo que pudiera resultar de ello.
Bruno Bettelheim llegó a afirmar que el autismo infantil podía deberse en un deseo (inconsciente queremos creer), que dichos niños no existieran.
Así se hablaba del "Edipo mal resuelto", los resultados de niños normales o con trastornos neuróticos, parecía ser resultado directo de su "modelado familiar". Aparecen las teorías conductistas, según las cuales se suponía que había cierto grado de "aprendizaje", de "condicionamiento" en el desarrollo infantil que hacía que el niño reaccionara de determinada manera, luego de experimentar el resultado según la respuesta materna.
Una vez más, los padres en el banquillo, parecían vincularse sin escalas con lo que el pequeño expresaba. Las actitudes infantiles eran aprendidas y dependían de la influencia parental.
La palabra "culpa" aparecía ligada indisolublemente a la figura de la madre, de hecho, los psicólogos eran hombres en su mayoría. 
Mary Rothbart observa que el hecho de nacer de forma similar no nos hace idénticos. Los bebés reaccionaban de diferente forma a los ruidos, se asustaban más o menos rápidamente, eran más o menos curiosos, o evitaban cualquier estímulo. Así formula las diferencias individuales originales. Esto abrió una puerta que venía a complicar el panorama, ya que si nacemos con características propias, el desarrollo psicológico va a ser diferente en cada uno.
Observó también que a pesar de las mismas crianzas, los resultados entre hermanos eran completamente diferentes. Cada niño actuaba en diferente forma ante el mismo estímulo.
Se describe el sufrimiento que para los padres significó comprobar esto. 
Habría que aguardar más investigaciones de la psicóloga Rothbart. 
Así partió en la búsqueda de "La huella original". El temperamento, el que va a delinear, establecer las diferentes formas de reaccionar  y autorregularse de los individuos. Aquí entra lo "constitucional", es decir el producto de la herencia, la maduración y la experiencia. Este fue el punto de partida en sus consideraciones. 
Concluyó  que tendría que seguir buscando.
No le resultó sencillo comprobar las diferencias infantiles desde el vamos. Menos probar la "estabilidad" de algunas características con el paso del tiempo.
En líneas generales, los niños cuando los ruidos se incrementan en volumen, reaccionan negativamente. La diferencia es el grado de intensidad del ruido que hace que algunos reaccionen con ansiedad ya ante el mínimo ruido y otros recién lo expresan cuando es muy intenso.
Hay niños que ríen cuando son lanzados al aire, mientras que otros reaccionan con angustia y llanto. Pareciera que esto expresa diferente sensibilidad. Todas estas características individuales, se mantendrían hasta la adultez. Podría explicar el grado de emotividad de ciertas personas.
Las manifestaciones de la reactividad se expresan a través del ritmo respiratorio, cardíaco, expresiones faciales etc.
La autorregulación en algunos niños se expresa en chuparse el dedo, ello los calma. A la inversa, otros golpean el suelo para autoexcitarse. Estas respuestas son elegidas por el niño, ejerciendo un especie de control interno.
La capacidad de los niños para concentrarse, o la dificultad que pueden tener en refrenar su impulsividad, hace que las investigaciones de Mary Rothbart se apliquen en las dificultades de aprendizaje escolares.
Esto fue solo el comienzo.