Los pueblos originarios del Noroeste y Centro del país, según consigna I. Grasso, hamn desaparecido, aunque queden descendientes asimilados a la población criolla.
Tal vez los Vilelas, sean la excepeción ya que es posible hallar algunos, los que han vertido en la narrativa de A. de Llamas, parte de sus creencias. En la era antediluvial, el padre grande y la madre grande de los vilelas, vinieron del lado del agua muy grande que hay allá, donde el sol se ahoga.
En aquella época ya no gateaban y la cola "se les había caído"...
Se toparon con tatú-carretas muy grandes, de manera que había comida en abundancia.
El diluvio: el cielo, entonces, se cubrió de nubes y empezó a llover. Los mosquitos muy numerosos chupaban la sangre de padre grande y madre grande.
Chupaban la sangre de otras gentes que andaban por los árboles, que tenían cinco extremidades y una cola. A padre grande y a madre grande también les gustaba comerse a esa gente.
Toda la tierra del Chaco quedó bajo el agua, y llovió tanto que todo se ahogó.
Nuestros padres, huyeron con sus muchos hijos a tierras altas y no se ahogaron. El aire era hediondo y murieron toda la otra gente.
La era postdiluvial, las cuatro hijas de la pareja ancestral: durante muchas lunas nuestro pueblo peleó con gente que hablaban otra lengua y que no sabían tejer redes. "Nuestro abuelo tomó por mujer de aquellos extraños". La mayor de las hijas que tuvieron, Tomokotéj, se fue de la tierra alta.
La segunda, Luglék, hermosa y de largo cabello, se fue con el perro hacia las tierras bajas que tenían menos agua.
La tercera hija, Ualchiakíj, partió a tierras más lejanas. El abuelo quedó llorando y murió de pesar, porque los fríos vendrían y ya no estaría Ualchiakíj para tejer mantas abrigadas.
La cuarta hija, Uaianíj, la más pícara y hermosa, fue hacia el lado donde crece el sol, parió muchos hijos. En esas tierras había pecaríes, jabalíes, pescados y otros muchos animales buenos para comer. Ella tenía mucha miel para comer pero no quería a los parientes.
Muchos hijos más tuvo nuestro abuelo. Sus nombres se han perdido y se fueron también en varias direcciones.
Hubo un tiempo, que la tierra bailaba, lo que estaba arriba se vino abajo y los vilelas debieron huir de nuevo. "El mismo sol, en aquel tiempo, había huido del fuego, pues tenía miedo del gran agujero que tira fuego". De: La Astronomía de los vilelas. R. Lehmann-Nitsche.