domingo, 27 de septiembre de 2015

MUDA Y SIN FORMA



En entradas anteriores, se ha descrito algo de "Las enseñanzas de Huang Po", ahora podemos agregar más algo de este Maestro Zen.
"La cesación de la mente conceptual es el Camino".
"Una vez que hayas detenido el surgimiento de los conceptos y de pensar en términos de existencia y no-existencia, de largo y corto, de los demás y yo, de activo y pasivo, y cosas por el estilo, encontrarás que tu Mente es semejante al vacío".
"No busques por nada aparte de esto, si no tu búsqueda terminará en dolor y pesar".
Esto puede experimentarse, cuando se presta atención plena a cualquier situación por lo que atravesamos. Pongamos por caso este ejemplo:  quedar atascados en un corte de ruta. Delante nuestro una hilera de vehículos interminable y por detrás los que comienzan a llegar. Giramos la cabeza una y otra vez, miramos el reloj, comenzamos a pensar con creciente ansiedad en la demora que tendremos y las dificultades que van a aparecer de toda índole. Dificultades absolutamente reales. De la ruta no podemos escapar. La mente ha empezado a ofrecernos toda suerte de imágenes y situaciones una más perturbadora que otra, la ansiedad crece, sentimos la impotencia y el enojo en forma creciente.
Si en este momento pudiéramos advertir la conciencia, veríamos que, si bien los pensamientos son como un torbellino, ella permanece en calma absoluta. Se ha generado, por así decir, un espacio entre la actividad de ambos: la mente y los pensamientos por un lado y la conciencia que es testigo de todo esto sin participar de la intensa batalla emocional. La conciencia advierte nuestro intenso malestar, pero curiosamente es como un lago en silencio, imperturbable, inmutable, serena. No ofrece nada. No da soluciones, no da consuelo, nada entrega. Solo está allí para ser observada. Si podemos observarla, detenernos en su "contemplación", podremos comprobar que si bien nada nos ofrece, se ha producido algo parecido a un alivio momentáneo de la presión que estábamos sintiendo previamente. Los pensamientos se han esfumado, tal vez por unos segundos. Podemos respirar, observar esa respiración, ser conscientes de ella y volver a darle un vistazo a la conciencia y ver qué pasa ahora. Veremos que nada ha sucedido. El silencio en el que ella impera es el consuelo que podemos ofrecernos.