El enfocarnos sobre cualidades positivas, afirman los Maestros, hace que se comiencen a diluir aquellas cualidades negativas que obstruyen nuestro crecimiento interno. Sin lucha, ni oposición ni combate entre ellas. Es una estrategia que funciona acentuando la carga de energía colocada sobre aquellas cualidades que consideramos propulsoras de nuestro avance espiritual en detrimento de aquel contenido negativo al que le retiramos a partir de allí, no solo nuestro enfoque sino la disposición de carga energética que va asociada con el mismo.
"Todo pensamiento es como una semilla, sostiene Ramiro Calle, que al germinar deja una huella en nuestro subconsciente". Es por ello tan importante el enfoque en emociones positivas y pensamientos de dicha índole. Una comparación válida sería que al reiterar los contenidos negativos ésto harían un surco, como las migas de pan del cuento de Pulgarcito. Por ahora en nuestro cerebro no se ha descubierto pájaro alguno que vaya comiendo esas "migas negativas". Antes bien, dichas migas van conformando un surco, a medida que se repiten en el tiempo, logran que el surco vaya profundizándose. La mera repetición de este tipo de pensamiento-miga es suficiente para que todo el surco entre en funciones y se active, desatando una constelación de emociones acordes que nos paralizan, nos generan profunda ansiedad, nos angustian y aterrorizan, alentando la sensación de "sin salida" y que al estar sostenidas en el tiempo toman por asalto nuestro cuerpo y pronto habremos diseñado nuestro propio mapa en respuesta a este tipo particular de estrés, nuestro diseño podrá adoptar la forma del cáncer, enfermedad cardiovascular, infecciones, psicopatología de diversa índole, enfermedades autoinmunes etc.
Insisten todas las disciplinas de carácter meditativo en lo esencial de desmenuzar el conflicto, sin obsesionarse en forma maquinal, sino observándolo con toda la ecuanimidad de que somos capaces, no desterrándolo ya que irá a sepultarse en el subconsciente, listo para aflorar y abatirnos.
La observación del conflicto, sin implicarnos emocionalmente con él, u observando las emociones que se despliegan junto con él, en este hecho de observar. Evitar juzgarlas, estando allí, sin diálogo interno. Constituye uno de las maneras de proteger la mente contra todo aquello externo que nos deteriora y nos lesiona psíquica y físicamente.
Ser conscientes, que al meditar sobre el conflicto "somos el conflicto", "somos el miedo" y somos todo aquello que creemos separado de nosotros, como algo "observado", algo externo, que viene y se va para volver una y otra vez.
Ser conscientes que al meditar sobre nuestra capacidad creciente de observación, observando el progresivo dominio que vamos logrando sobre nuestros contenidos negativos, sin violencia, sin represión, con plena conciencia que estaremos tristes,o no en nuestro mejor momento, o que hacemos lo mejor que podemos y está bien así.
Observar también que fomentar la esperanza en alguna solución, es un concepto profundamente anclado en el miedo.
Cuando espero algo, simultáneamente temo que no suceda como espero y allí campea el miedo.
Despojarnos de la ilusión, de la esperanza que todo mejore. Eso es generar más ansiedad e incertidumbre por el futuro.
El presente puede ofrecernos esto, lo que hay ahora. En ello nos enfocamos. Practicar todos los días estos puntos, ser conscientes cuando empezamos a divagar imaginando otros momentos, otras situaciones ideales, o recordando cuando no estábamos sumergidos en esta situación. Esto no es real y solo generará más sufrimiento al cultivar la añoranza. Respiremos, enfoquemos en lo que tenemos ahora, en los logros magros o no (no califiquemos) que hayamos conseguido. Una y otra vez a lo largo del día, en respuesta sobretodo a lo negativo cada vez que vuelva por más.